Los trapitos “religiosos” copan todos los días la Basílica de Luján
A unos 60 kilómetros de Capital, Luján es reconocida a nivel local y mundial por su Basílica, al margen de otros atractivos naturales y su rica historia. Con mucho de pueblo, en los últimos tiempos adquirió uno de los vicios de las grandes ciudades: los trapitos que se apoderaron de las calles, sobre todo las que rodean a la Iglesia.
Para combatirlos, desde mayo volvió a regir en Luján un sistema de estacionamiento medido con parquímetros. Sin embargo, los cuidacoches insisten en tener el control del estacionamiento.
En junio, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, junto a la Asociación de Cuidacoches, presentó un proyecto en el Consejo Deliberante para hacerse cargo del estacionamiento y quedarse con el 60% de la recaudación. La propuesta no prosperó.
Al margen de la Basílica, la oferta turística en Luján es amplia. Por eso, el ordenamiento del tránsito es uno de los mayores desafíos a resolver. Conla implementación de los parquímetros en el Municipio consideran ilegal la presencia de los trapitos.
Se estima que el negocio mueve casi $ 50 millones anuales, teniendo en cuenta que son alrededor de 6 millones de visitantes los que llegan por año y se calcula que más del 10% de ellos llega en vehículos particulares.
Los trapitos, por lo general, obligan a los visitantes a pagarles un bono de entre $ 60 y $ 80 por cada automóvil que se estaciona. Si algo los destaca es la organización. La mayoría presenta credenciales truchas y entregan a los conductores un talón con la inscripción "Estacionamiento. Bienvenidos a Luján".
Desde el Municipio no aceptan la actividad de este grupo. “Las ordenanzas actuales no contemplan la actividad de los cuidacoches”, explica el subsecretario de Control Urbano, Francisco Passini. Según el funcionario los parquímetros funcionan con una tarjeta prepaga y también se puede contratar a través de mensajes de texto. Y calificó la actividad de los cuidacoches como “precaria e ilegal”.