Clarín

El pase que cambia la dimensión del dinero alrededor de la pelota

- Daniel Lagares dlagares@clarin.com

Cuando Santiago Bernabéu tironeaba con Barcelona y se llevó a Alfredo Di Stéfano a su Real Madrid, inauguró una época. Acaso Gianni Agnelli lo comprendió mejor que nadie cuando compró a Enrique Omar Sívori, el

Maradona de su época, para Juventus. Lejano heredero de aquellos vi- sionarios, Florentino Pérez es quien vio antes que nadie para dónde iba el negocio del fútbol a fines del siglo XX. Cuenta la leyenda que Jorge Valdano, entonces director deportivo, le propuso comprar a una estrella porque

“sólo vale 20 millones” y el bueno de

Pérez le respondió: “Lo compraremo­s cuando valga 100”. Es el polémico presidente de Real Madrid quien comprendió que la Liga y la Liga de Campeones dan prestigio y linaje pero que el dinero grande proviene de la TV, de los abonos a la cancha, la publicidad y la venta de camisetas y el merchandis­ing posterior. “Generar a partir de la compra de estrellas” es la ley no escrita del momento. Lo entendiero­n los clubes ingleses y lo entiende ahora PSG, apoyado en los sólidos fondos qataríes para arrancarle a Neymar a Barcelona.

Los 222 millones de euros cambian la dimensión del dinero en el fútbol, en principio. Es decir, el negocio cambiará. Y en las grandes Ligas sólo po- drán competir los poderosos. Los más poderosos. PSG gana aunque tenga que destinar una fortuna por el brasileño porque se posiciona de otro modo, casi a la par de Manchester United y Real Madrid, los que más dinero mueven, ya sea con sus operacione­s o con el interés que despiertan esas

stars que cuestan un ojo de la cara. Valor y precio, como suele decirse.

La mudanza de Neymar también le dará rédito a la Liga 1. No por casualidad se metió en la disputa con la Liga española pidiéndole que aceptara el pago de la rescición que destrabarí­a definitiva­mente el pase. Con un jugador de la magnitud de Neymar -futbolísti­ca y mediática- el fútbol francés puede discutirle­s liderazgos a los otros cuatro torneos fuertes europeos: Inglaterra, Alemania, España e Italia, en ese orden.

En esa película de intrigas y espías, de silencios y gestos elocuentes que fue la seducción francesa al astro hay otro correlato inmediato acerca de las relaciones entre los clubes. Juventus no le puso cláusula de rescición a Dybala. La razón es sencilla: si fija un precio se pone un tope y en una de esas aparece un PSG... Entonces obliga al interesado a negociar el pase. Y en la negociació­n, por qué no, tal vez el tenedor de un crack logra sacar más de lo que pensaba.

Los futbolista­s, que parecen los grandes ganadores de estas operacione­s, deben remojar las barbas. Los clubes europeos cambian las fórmulas de los contratos y son cada vez más importante­s las “variables por productivi­dad” que el salario formal. Y quién se hace cargo de los impuestos. Nada menos.

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