Elenco de lujo para un filme endemoniado
Ethan Hawke y Emma Watson protagonizan este thriller con tintes satánicos del director de “Los otros”.
Regresión España/Canadá, 2015. 106’, SAM 16. De: A. Amenábar. Con: Ethan Hawke, E. Watson, David Thewlis
Los thrillers, o los filmes con investigaciones más o menos intrincadas, tienen que tener cuidado a la hora de revelar información. Para no subestimar al público. Pero también no deben entregar cualquier verdura cuando está acercándose el desenlace, porque ahí el espectador, más que subestimado, puede sentirse estafado. O ser parte de un estofado. Regresión, de Alejandro Amenábar, el director de Mar adentro, con Bardem, y que ha demostrado que puede cambiar de género como de camisa, va internándonos en la trama con suspenso. Son los años ’90, en los Estados Unidos. John habría abusado de Angela -vaya nombre-, su hija de 17 años (Emma Watson, luego de Harry Potter y antes de La Bella y la Bestia), quien se recluye en una iglesia.
La investigación la llevan adelante Bruce (Ethan Hawke), un detective de la policía, su jefe (es el típico que no entiende nada, y nadie entiende cómo llegó a ser jefe) y un psicólogo, el profesor Raines (David Thewlis). Elenco, no falta. Pero si John no recuerda lo del abuso, y si dice que su hija “nunca miente”, hay algo que no le cierra a Bruce.
Ahí entra el psicólogo, que se vale de la hipnosis regresiva para que John, y algún otro, después, puedan decir lo que ven bajo ese estado, y así saber qué fue lo que sucedió en el pasado.
Hasta que promedia la película - cuando ya se sabe que habría algo de ritual de abuso satánico-, y cuando vemos el péndulo con forma de cruz en la hipnosis, todo viene bien. Los jueguitos con el recurso del sueño o pesadilla, la falsa realidad, le van quitando sustancia o credibilidad al asunto. Pero Hawke, que está casi siempre en la pantalla, le pone garra. Como en el fútbol: cuando no hay creatividad y hay que salir adelante...
Hay sospechosos, hay persecuciones, hay mentiras y secretos, hay buenos efectos y polígrafos que no dejarían lugar a dudas. Y hay diálogos atados con alambre (“Agnóstico: quiere creer, pero no puede, yo también pasé por esa fase”, del psicólogo al policía; o “El diablo está de su lado” y “El diablo no existe. Hay gente buena y gente mala”).
Amenábar es el de Los otros (2001), en la que parecían que querían volver loca a Nicole Kidman con sus hijitos, en su mansión alejada. Ya tuvo su experiencia con películas de terror, y ahora volcado al cine mainstream, tal vez extrañe su época española, con Tesis y la mencionada Mar adentro. A menos que el diablo haya metido la cola.