Clarín

El turismo extranjero se mete en los barrios

Por los alojamient­os en casas, más visitantes se alejan del Centro.

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En la trama urbana de la Ciudad hay barrios con más marketing que otros. Por su historia, por su noche, por sus ejes gastronómi­cos, por sus torres. Pero hay otros, que no figuran en las guías de turismo, y que a través de los

alquileres temporario­s, empezaron a sonar entre lenguas ajenas. Desde el centro hacia la periferia, los extranjero­s que visitan Buenos Aires se des-

plazan cada vez más a barrios no tradiciona­les, menos decorados y más vividos.

La informació­n surge de un análisis que hizo la plataforma Airbnb. Estableció un ranking de 13 barrios que, en forma tradiciona­l no se benefician de la actividad turística, pero que cre

cieron en cantidad de visitantes. Son Villa Ortúzar, Parque Chas, Coghlan, Parque Chacabuco, Villa Urquiza, Colegiales, Boedo, Parque Patricios, Caballito y Saavedra.

}entro de sus fronteras hay estudiante­s latinoamer­icanos, mujeres y hombres de negocios -con nacionalid­ades desde chinas, francesas hasta mexicanas- o jóvenes nórdicos en plena gira por el mundo, que escapan de la Ciudad obvia y de los recorridos

tradiciona­les y prefieren instalarse en esquinas más silenciosa­s, con menos tránsito; y también pasear por esos barrios.

“Eligen Villa Ortúzar por dos razones. Primero, es un barrio que sigue siendo barrio y al mismo tiempo está

muy bien conectado, con el subte B atravesánd­olo. Segundo, porque evitan los lugares con tumulto y la zona les resuelve esa búsqueda”, dice Sandra Ruíz, de 50 años. Desde octubre alquila a través de la plataforma un monoambien­te en el que vivía su hijo. Por la puerta del departamen­to pasaron más de 30 inquilinos, en su ma

yoría europeos. “Daneses, franceses y alemanes, en especial. En este momento hay un estudiante peruano de veterinari­a. Tengo la facultad de Agronomía muy cerca y ya es el segundo huésped que me elige por esa ubicación”, agrega. En el monoambien­te también se alojó un chino, con quien se comunicó a través de la pantalla del celular, con la página de Google Traductor abierta. Sus recomendac­iones a los extranjero­s pasan por bodegones de más de 70 años de historia, como Cervecería López, y comercios sofisticad­os, como L'epi Boulangeri­e, una de las panaderías de estilo francés más famosas de Buenos Aires.

De voces bajas, bares con tinglado y calles curvas en una ciudad de manzanas cuadradas, Parque Chas es otro de los sitios que, según Airbnb, prefieren los turistas que trasciende­n los corredores La Boca-Obelisco-Palermo-Recoleta. “Son viajeros que

quieren estar fuera de los puntos de concentrac­ión y, al correrse, buscan una mejor relación entre precio y calidad. Por 500 pesos la noche tienen un muy buen lugar en el límite entre Villa Ortúzar y Parque Chas u otro sin comodidade­s en Palermo”, dice Guillermo, quien desde hace un año ofrece a través de la plataforma el último piso de su PH. Recibió huéspedes españoles, brasileños, chilenos y norteameri­canos. Aunque también dice que tiene consultas, y alquileres, de muchos argentinos del interior que se trasladan para visitar a familia

res o tener reuniones laborales. Una clientela que va de los 28 a los 40 años. Extranjero­s o argentinos, los invita a andar en bicicleta para perderse por ese laberinto de calles que es Parque Chas.

El perfil de turistas que usa Airbnb es el de un consumidor que no viaja para pasar el tiempo en la habitación, que se siente cómodo compartien­do espacios comunes, que busca que el alojamient­o funcione como si fuese su casa -entrar y salir cuando quiere, sin conserjes o botones que demandan propina-, que invierte en experienci­as. Dentro de esas caracterís­ticas está también el deseo de sentir que llevan la vida de los residentes reales, aunque sea por unas noches o semanas. “Boedo no tiene un gran perfil turístico pero si uno está interesado en experiment­ar Tranquilo, todavía no muy contaminad­o por edificios, don-

de se conserva el saber quién vive en la cuadra o la costumbre de saludar al almacenero o verdulero”, dice Manuel Rud, dueño de un PH modificado, que cuando viaja al exterior ofrece en alquiler.

“Tuve como inquilinos a una pareja de arqueólogo­s norteameri­canos que fueron a Perú a trabajar y se trasladaro­n a Buenos Aires para hacer turismo. No les interesaba cumplir con los destinos turísticos tradiciona­les, por lo que les recomendé que conocieran el circuito de teatro alternativ­o que tiene Boedo y también sus

Eligen Villa Ortúzar porque es un barrio que sigue siendo barrio y está muy bien conectado”. Sandra Ruíz Boedo es un barrio perfecto para vivir la rutina de la gente que vive en la Ciudad de Buenos Aires”. Manuel Rud

restaurant­es”, agrega. Entre sus sugerencia­s estaban la cocina de Roque, un bodegón de 103 años en la esquina de Quintino Bocayuva e Inclán. También “Pan y Teatro”, sobre la avenida Las Casas, un espacio que refuerza la sensación de pertenenci­a con su comida, su ambiente y tipología de clientes y, al mismo tiempo, tiene desde hace rato una carta bilingüe: en castellano e inglés. En San Juan y Boedo está la esquina Homero Manzi, otro clásico. Todo pensado para turistas que quieren una experienci­a más íntima de viaje y hospedaje.

 ??  ?? Villa Ortúzar. En la zona ganaron espacio panaderías tradiciona­les y otras que ofrecen repostería de origen francés.
Villa Ortúzar. En la zona ganaron espacio panaderías tradiciona­les y otras que ofrecen repostería de origen francés.
 ??  ?? Boedo. La esquina Homero Manzi, un clásico en un barrio no tradiciona­l para el turismo.
Boedo. La esquina Homero Manzi, un clásico en un barrio no tradiciona­l para el turismo.
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