El cuñado de De Vido tuvo un pico de presión, quedó preso y será indagado mañana
Claudio Minnicelli fue trasladado desde Mar del Plata para declarar ante el juez Aguinsky. Pero su salud obligó a postergar la indagatoria en la causa de la mafia de los contenedores.
No dejó de sonreír en ningún momento, pese a que después de más de nueve meses prófugo, quedó detenido. Claudio “Mono” Minnicelli se presentó ayer ante el juez en lo penal económico Marcelo Aguinsky y se negó a declarar.
Su defensa, a cargo del letrado Luis Silva, pidió más tiempo para leer el expediente de la causa de la mafia de los contenedores, donde se lo acusa de “contrabando y asociación ilícita”. Entonces, mañana deberá presentarse otra vez ante la Justicia y responder a la indagatoria. Ayer fue sometido a una serie de estudios médicos, y adujo sufrir problemas cardíacos.
Lejos de la fastuosa vida a la que estaba acostumbrado, que incluyó su aparición en el programa de TV Bailando por un Sueño, el cuñado del ex ministro y actual diputado del Frente para la Victoria, Julio De Vido, pasó
los últimos tres meses con una identidad falsa y pagando $1500 semanales por una habitación de modestas condiciones en Chapadmalal (Ver página 7).
Informal, de jean y buzo de algodón azul, Minnicelli llegó a los tribunales de la avenida Inmigrantes en Retiro poco antes de las 10. Ante las cámaras de los medios de prensa siempre esbozó una sonrisa y se permitió tirar un beso a los periodistas que aguardaban su salida de la inda-
gatoria. En su semblante, sin embargo, se lo vio desmejorado y un poco más delgado en relación a las fotografías que él mismo subía a las redes sociales, ostentando sobre su estilo de vida.
Las sirenas de los vehículos policiales anticiparon su llegada a los tribunales de Retiro. Con chaleco antibala, casco y un fuerte dispositivo de seguridad, ingresó pocos minutos antes de las 10 al despacho del juez Aguinsky.
“Estoy bien, me siento bien”, le repitió al magistrado, que no lo notó con buen semblante y por eso pidió que el equipo de médicos laborales del primer piso, subiera a revisarlo. Hipertenso y sin la medicación, Minnicelli tuvo un “pico de presión”, confiaron fuentes judiciales. Por eso, su indagatoria se postergó durante varios minutos.
Después de dos chequeos de su presión, finalmente inició la audiencia. Se le leyeron todas las acusaciones en su contra y durante esos minutos se lo notó impaciente. Su abogado, Luis Vila, pidió más días para leer el expediente que cuenta con 25 cuerpos (donde una docena de escuchas telefónicas implican al Mono), y al cual no tuvo acceso porque su defendido estaba prófugo.
El juez otorgó un plazo de 48 horas y mañana, Minnicelli volverá a presentarse en el juzgado. Hasta entonces, permanecerá en la dependencia de Lugano y se le realizará un chequeo médico ya que adujo que tenía problemas cardíacos.
Cerca de las 12.30, con las esposas colocadas y su brazos hacia atrás, Minnicelli, que integraba la lista de los “diez prógugos más buscados” y con una recompensa de $ 250.000, se retiró del juzgado. No esquivó las cámaras y volvió a mostrarse sonriente.
El año pasado inició la causa conocida como la “mafia de los contenedores”, junto a otros diez involucrados, el Mono fue acusado por contrabando e integrar una asociación ilícita. Esta causa es un capítulo de la investigación conocida como la Mafia de la Aduana, en la que están procesados los hermanos Paolantonio. En paralelo, algunos acusados de estas causas también están procesados en una tercera, por falsear declaraciones juradas anticipadas de importación (DJAI) por 300 millones de dólares durante la época del secretario de Comercio Guillermo Moreno.
La organización de “la mafia de los contenedores” tenía “el objeto de cometer delitos, con la connivencia de funcionarios de la Dirección General de Aduanas” para ingresar al país mercadería almacenada en contenedores, declarando ante el servicio aduanero “información falsa, con la que pretendieron eludir los controles dispuestos por aquel organismo”, indicó el juez en su momento. Por ejemplo, el ciudadano coreano llamado “Mr. Korea” está procesado o investigado en las tres.
Este grupo, dirigido por el Cuqui Barreiro Laborda, había logrado sacar del puerto de Buenos Aires 6 de 300 contenedores que había inmovilizado el titular de la Aduana, Juan José Gómez Centurión, por sospechas de contrabando. Cobraban 70 mil dólares por cada contenedor de contrabando que luego se entregaba en el barrio de Once.