Clarín

San Cayetano: hubo menos fieles y la Iglesia pidió más “empleo digno” Ayer las filas no fueron tan largas como otros años. El arzobispo porteño, Mario Poli, dio la misa central.

- Mariano Gavira mgavira@clarin.com

“Hay espigas, hay espigas”. La oferta era el sonido de fondo que se repetía en los alrededore­s de la Parroquia de San Cayetano, en el marco de un día primaveral, y mientras desde la misma central la Iglesia pedía más “empleo digno”. Luisa, que vendía 3 espigas por 20 pesos, todavía tenía un puñado grande y al mediodía recorría las filas para intentar que le compraran: “Está difícil, no hay mucha gente, pensé que iban a venir más”, decía. La sensación se repetía entre los fieles que veneraban al patrono de los trabajador­es.

Como ocurre desde hace décadas, las filas para ingresar a la iglesia se dividen en dos: la más larga (que per-

mite acariciar la imagen del santo) y la más corta (que posibilita sólo ver la imagen desde lejos). En ambas ayer se discutía lo mismo: por qué había menos personas que en años ante

riores. Y las respuestas eran variadas: “Muchos no tienen trabajo y están buscando, por eso no vienen. No tienen tiempo”, decía Miguel, jubilado. Atrás de él, una mujer lo frenaba: “Yo creo que porque es lunes y muchos trabajan”.

Con el correr de las horas la afluencia creció un poco más. Pero no lo suficiente como para equiparar la del año pasado. En 2016 -domingo- la fila llegaba hasta las calles San Blas y Juan B. Justo (a unas 20 cuadras del templo), mientras que ayer a las 13 la cola apenas alcanzaba las seis cuadras de distancia. Por la noche la extensión llegó a unas diez.

Las autoridade­s de la parroquia habían estimaron en unas 500 mil las visitas durante todo el día, contra el millón en promedio que solían concurrir otros 7 de agosto.

“Yo vengo hace 30 años, no falté nunca y puedo afirmar que este es el

año en que menos gente vino”, decía Julio Gestal, con una pechera amarilla que lo identifica­ba como organizado­r. “No sé el motivo, puede que porque es lunes y se hace más complicado”. Sofía, de Laferrere, que vendía la imagen del presbítero italiano por 30 pesos, manejaba la sensación térmica del bolsillo de los fieles: “Hay menos plata”. A su lado, Hugo, artesano de Wilde que ofrecía “a 20 pesos” los aritos contra la envidia, asentía con la cabeza. “Son varios los que pasan, pero pocos los que compran”.

Dentro de la iglesia la escena se repetía: la gente entraba, acariciaba el vidrio que protege la imagen de San Cayetano, cerraba los ojos, susurraba un agradecimi­ento o pedido y dejaba el lugar al que llegaba detrás. Alguno sumaba una selfie o le pedía a los organizado­res que lo fotografia­ran junto al santo.

A las 11, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, dio la misa central. Destacó los valores de San Cayetano y evitó hacer referencia­s políticas explícitas. En cambio, contó el caso de un hombre que ayer donó medio paquete de arroz y de azúcar, y que dejó una carta dirigida al santo que decía: “Perdón, soy jubilado”.

El cardenal Poli afirmó: “La verdadera riqueza de nuestro pueblo es la espiritual, la que nos hace solidarios con los demás, la que nos mantiene de pie ante las pruebas y postergaci­ones, con una fe y una esperanza que no se quiebran ante las injusticia y las humillacio­nes”. Ante miles de peregrinos, agregó que “aunque se cierran las puertas del corazón de los hombres que debieran dar empleo

digno, el santo del pan y del trabajo nos abre las puertas del santuario y nos muestra que la providenci­a de Dios siempre nos gana en generosida­d”. Y continuó: “Peregrinos que pasan delante del santito, después de horas de espera y de cola, ya esa es una ofrenda grande a los ojos de Dios, porque hay una entrega de tiempo, cansancio, fe y oración”.

“Se cierran las puertas del corazón de los hombres que debieran dar empleo”, dijo Poli

 ?? JORGE SÁNCHEZ ?? Misa. Algunos de los fieles que concurrier­on ayer a la parroquia de Liniers para agradecerl­e o pedirle trabajo al patrono.
JORGE SÁNCHEZ Misa. Algunos de los fieles que concurrier­on ayer a la parroquia de Liniers para agradecerl­e o pedirle trabajo al patrono.

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