Klee, el arduo camino de la restitución
Tras décadas de disputas legales, una familia será resarcida por el robo de una obra del gran artista alemán, que había sido apropiada por los nazis.
Después de 26 años en los tribunales –lo que duró la más prolongada disputa legal alemana por obras de arte usurpadas por los nazis- se firmó el pasado miércoles un acuerdo por el cual una familia será resarcida por la incautación de una obra de Paul Klee, que además en un momento fue ridiculizada como la creación de un degenerado (numerosas obras pretendieron en su momento ser presentadas por los nazis, como ejemplos de la decadencia que ellos pretendían superar).
Invocando diversos argumentos, funcionarios de la ciudad de Munich se resistieron durante décadas a devolver Leyenda del pantano, de Klee. Ahora, después de años de presiones políticas, la ciudad aceptó un trato por el que la obra permanecerá en el museo Lenbachhaus de Munich, mientras que los herederos de la historiadora de arte a quien le fue quitada recibirán en pago una suma igual a su valor de mercado.
“Es un escándalo que se haya tardado tanto tiempo”, dijo Gunnar Schnabel, abogado de los herederos de Sophie Lissitzky-Küppers, la historiadora de arte.
Matthias Mühling, el director del Lenbachhaus, mostró el acuerdo como prueba de un avance.
Algunos expertos han visto la extensa disputa por Leyenda del panta
no como impronta de cierta terquedad por parte de las instituciones bávaras en cuanto a reparar los saqueos de la época nazi. Otro cuadro del Lenbachhaus, Vida llena de color, de Wassily Kandinsky, es motivo de otro juicio iniciado en marzo y los herederos de Alfred Flechtheim, marchand judío, han abierto una demanda al gobierno regional bávaro para que les reintegren ocho cuadros que según afirman fueron saqueados.
“Gran cantidad de obras de arte saqueadas por los nazis terminaron en Baviera y todavía queda mucho por hacer allí, en cuestiones de transparencia, investigación de procedencia y restitución”, dijo Anne Webber, copresidenta de la Comisión Europea de Arte Saqueado.
En Baviera los funcionarios afirmaron que la crítica es injusta.
Klee pintó Leyenda del pantano en 1919, cuando vivía en Munich, y se cree que el marido de la señora LissitzkyKüppers, Paul Küppers, le compró el cuadro directamente a él. Pero en 1922 Küppers murió de tuberculosis y la viuda conoció al artista constructivista ruso El Lissitzky, se enamoró de él, lo siguió hasta la Unión Soviética en 1926 y se casó un año después. Al emigrar dejó en préstamo su colección de 16 cuadros y una escultura a un museo alemán, el Hanover Provinzialmuseum, incluidas obras de Kandinsky, Piet Mondrian y Fernand Léger, como así Leyenda del pantano y otras dos pinturas de Klee.
Estos trabajos figuraban entre las más de 20.000 piezas que se sacaron de museos alemanes durante la virulenta cruzada del ministro de propaganda Joseph Goebbels contra el arte que los nazis —que no eran fanáticos de la abstracción ni de otras corrientes modernas— consideraban “degenerado”. Leyenda del pantano en particular fue ridiculizada en la exhibición de “Arte degenerado” de 1937 como prueba de la “confusión” de una “persona mentalmente enferma”.
Sin embargo, pronto fue comprada por lHildebrand Gurlitt, padre del ermitaño Cornelius, cuyo tesoro artístico secreto de Munich fue confiscado por agentes aduaneros en 2012.
La pista de Leyenda del pantano estuvo perdida hasta 1962, cuando el cuadro fue subastado en Colonia. Luego de dos cambios más de propietario, lo adquirieronen forma conjunta la ciudad de Munich y la Fundación Gabriele Münter en 1982.
Después de la guerra, Sophie Lissitzky-Küppers intentó recuperar su colección en vano. Desterrada a Siberia debido a sus raíces en la Alemania hostil, murió en la pobreza en Novosibirsk en 1978.
Sus hijos y sus nietos han tratado de recobrar Leyenda del pantano desde 1992. Primero, la ciudad de Munich dijo que como compradora “de buena fe”, carente de conocimiento de que la pintura había sido expropiada mediante saqueo, tenía derecho a conservarla. Sobre esa base, la ciudad ganó un pleito en 1993. Luego, en 1998, Alemania adhirió a los Principios de Washington que comprometen a los museos de propiedad pública a buscar “una solución justa y equitativa” con los herederos de obras de arte saqueadas. Munich argumentó que esos principios eran aplicables solo a las obras quitadas a judíos, no a las que se robaron como parte de la purga de “arte degenerado”.
A lo largo de los años, varios ministros de cultura alemanes han instado a que Munich reconsiderase su resistencia a devolver el cuadro.
La suma exacta está sujeta a un acuerdo de confidencialidad firmado por las partes. Además, el convenio exige que, cualquiera sea el lugar donde se exhiba, la pintura esté acompañada de un texto que documente su historia de su propiedad, incluido el saqueo de los nazis.