“La impericia macrista no debe tapar la monumental corrupción K”
Hace algunos días fuimos testigos de una ruidosa manifestación de algunos empleados de PepsiCO, donde varios “supuestos” trabajadores de la empresa, al ser consultados por periodistas, no sabían de qué se trataba ni tampoco el significado de las leyendas de las banderas que portaban.
Esto se repite en la mayoría de las manifestaciones que marchan -casi a diario- “oponiéndose a todo”, como si los problemas hubieran empezado hace un año y medio.
Los políticos que hoy no están en el poder, nostálgicos de las prebendas y beneficios ilimitados que ostentaban, parecen regodearse con el olor a sangre, optimistas de que cuando más critiquen y más conspiren prometiendo el oro y el moro -pero sin explicar de dónde va a salir- mayores van a ser sus posibilidades de retorno. Resulta patético que no se den cuenta que están discutiendo en la cubierta del Titanic.
Todos recordamos que, entre cómplices y distraídos, Julio De Vido consiguió reunir 138 votos a favor que le permitieron evitar su expulsión del Congreso, a pesar de contar con el triste récord de 130 causas, 26 imputaciones y tres procesamientos; la mayoría abiertas cuando era ministro. El peor escenario para la Argentina es que la impericia de la administración macrista sea utilizada para desestimar la monumental corrupción K y los anteriores desaciertos.
Nada puede justificar el enriquecimiento ilícito desde la función pública, sea quien sea el que nos gobierne. Esto es lo principal y punto de partida de cualquier administración; lo accesorio y discutible son las políticas a implementarse, que idealmente deberían ser consensuadas. La grieta se ha expandido por todos los rincones de nuestra sociedad, haciendo casi imposible que nos pongamos de acuerdo en algo, aun en las cosas que nos favorecen a todos. Lo importante no es “de qué se trata”, sino “quién lo dijo”. Todos podemos hablar, nadie quiere oír. Parecería como si un mecanismo de autodestrucción se hubiera apoderado en la sociedad, priorizando las diferencias y no las coincidencias.
El tiempo ira marcando inexorablemente si tenemos la capacidad y la voluntad para corregir nuestros errores o de profundizarlos. Alejandro Rojo sergio.bond@hotmail.com