Un carnet de San Lorenzo, la única sospecha del vecino de Minnicelli en Chapadmalal
Juan Castillo, el dueño del cuarto que alquilaba el “Mono”, declaró cómo vivía el cuñado de De Vido.
“¿Qué pasa Roberto?”, “Nada Juan, perdí”. Fue el último diálogo que tuvo Juan Castillo con Roberto Martínez, que en realidad era Claudio “Mono” Minnicelli. El dueño de la modesta habitación de Chapadmalal en la que el cuñado de Julio De Vido fue arrestado el domingo declaró ayer ante el juez Marcelo Aguinsky y la fiscal Gabriela Ruíz Morales. De los nueve meses que estuvo prófugo, cinco los pasó alquilando el humilde cuarto por 1.500 pesos semanales. “Era amable, siempre pagó a término”, dijo Castillo. Minnicelli buscó construir otra identidad para no ser reconocido; incluso intentó hacerlo con el fútbol: siendo de San Lorenzo veía con Castillo los partidos usando una cami
seta de River “pero una vez gritó un gol de San Lorenzo y me pareció muy raro”, dijo al juez.
Trasladado desde Chapadmalal por la Policía Federal, Castillo llegó al juzgado del juez Aguinsky para prestar declaración testimonial al mediodía. Durante unos cincuenta minutos, contó que desde marzo el cuñado de Julio De Vido le alquiló el cuarto ubicado al fondo del almacén “La 9”, en calle 9 entre 22 y 24. La dependencia cuenta con un dormitorio, una cocina-comedor y un baño. Al principio, el “Mono” dijo que ingresaba sólo por diez días, pero cuando comenzó a pagar fue extendiendo los plazos.
“Martínez (que es Minnicelli) me
dijo que esperaba que lo llamaran de un vivero en Sierra de los Padres donde sería empleado, pero que la casa de ese lugar estaba ocupada y por eso me pidió que le siga alquilando”, contó Castillo ante el juez y la fiscal.
Fue extendiendo su estadía mientras seguía prófugo, con una orden de captura internacional en su contra y una recompensa por su paradero de 250.000 pesos. Cuando llegó, sólo tenía lo puesto: “un jean, una remera y unas zapatillas gastadas y un
bolsito sobre el hombro, contó Castillo a Clarín al terminar de declarar.
¿Qué hizo durante ese período? Caminaba por el barrio, “se movía con tres remiserías diferentes para salir a bailar a Mar del Plata, se había hecho un grupo de amigos en el barrio porque siempre paseaba, caminaba por Chapadmalal, se iba a cortar el pelo, a comprar ropa”.
Minnicelli nunca usó el teléfono fijo; “se manejaba con su celular”, indicó Castillo, aún sorprendido por saber quién era realmente Roberto Martínez. Nunca sospechó nada. “Era muy amable, andaba como si nada”. Durante esos meses oculto en Chapadmalal, el cuñado de De Vido recibió una sola visita: “A los dos meses vino una chica joven, le decían Ma- rian, era su novia”.
Anteayer, cuando declaró durante cinco horas, Minnicelli dijo que durante esos nueve meses “nunca recibí ayuda de nadie y no me comuniqué con nadie, una sola vez al comienzo con mi madre” contaron fuentes judiciales a Clarín.
La Justicia busca reconstruir esos nueve meses que, acusado de contrabando y asociación ilícita, el “Mono” estuvo prófugo. Según Castillo, nunca dejó la habitación de la pensión, durmió siempre ahí “y él se encargaba de limpiarla: era obsesivo de la limpieza”, contó Castillo.
El dueño de la habitación, que fue allanada el lunes por la noche, nunca sospechó que Roberto Martínez era Claudio Minnicelli. Una sola vez una actitud le “llamó la atención. “El venía a ver todos los partidos de fútbol con mi familia, todos somos de River, él mintió y dijo que era de River -hasta se compró una camisetapero en la pieza le encontraron un carnet de San Lorenzo”. La única sospecha la levantó cuando un día Minnicelli no lo pudo evitar y gritó un gol de San Lorenzo. “Eso me pareció raro”, dijo Castillo al juez.
La última semana había abierto una cuenta en la despensa. “Sacó unas cositas, poquito”, y no llego a pagarlas, quedó debiendo un fiado de 200 pesos. Minnicelli andaba siempre con fa
jos de dinero en el bolsillo. El día que lo detuvo la Policía estaba tomando algo en la despensa con el hijo de Juan y sus compañeros de fútbol. En un momento pasó un patrullero: “él se levantó y se fue tranquilo a su habitación. Cuando salió, lo agarró la Policía”.
“¿Qué pasó Roberto?”, “Nada Juan, perdí “. Fue la última vez que habló con Martínez y se enteró que era Claudio Minnicelli.