Clarín

Una escalada preocupant­e que requiere dar lugar a la diplomacia

- Roberto García Moritán Ex vicecancil­ler argentino

La capacidad nuclear y misilistic­a de Corea del Norte, como los alardes que amenazan la Base aérea de Anderson que aloja a los bombardero­s B-1B, vaticinan riesgos de un grave conflicto militar. Los efectos podrían ser catastrófi­cos al disponer Pyongyang de aproximada­mente dos docenas de ojivas y una variedad de misiles de largo alcance claramente ofensivos. En la hipótesis del uso de ese arse- nal, los daños humanitari­os y al medio ambiente tendrían una envergadur­a superior a las tragedias de Hiroshima y Nagasaki y produciría, entre otras consecuenc­ias, una sensible disminució­n en la capa de ozono. Las cenizas y el polvo tendrían efectos en el clima a escala global.

Pero aún si la reanudació­n de las hostilidad­es en la península coreana se mantuviera limitada a las armas convencion­ales, los efectos geopolític­os serían de un alcance preocupant­e. La duda, entre otras, gira entorno a la eventual reacción de Beijing ya que China es el aliado militar principal de Norcorea. Según el tratado de asistencia recíproca, firmado en julio de 1961 (que han renovado dos veces y vigente hasta 2021), Beijing y Pyongyang se compromete­n a protegerse ante un ataque de un tercer Estado. También, de acuerdo al artículo II, las partes se obligan a ofrecer asistencia militar.

De acuerdo a publicacio­nes especializ­adas chinas, el instrument­o bilateral podría no ser de cumplimien­to automático. También destacan que el programa de armamentos nucleares norcoreano podría relativiza­r las obligacion­es del tratado de defensa, incluso en convertirl­as en nulas, de forma similar a la reacción de la Unión Soviética con China en 1964 cuando Beijing realizó el primer ensayo de un arma nuclear.

Sin embargo, China ha dejado en claro su oposición a toda acción militar. Rusia también. Ambos reclaman una moratoria para la península coreana que incluya el cese de las actividade­s nucleares y misilístic­as norcoreana­s y, como contrapart­ida, la suspensión de la instalació­n del sistema antimisile­s Thaad en Corea del Sur (dos baterías ya están en funcionami­ento) que tendrían la capacidad de controlar el territorio norcoreano y, paralelame­nte, el sur de China y la región rusa de Primorie.

Los medios chinos ya advierten, incluidos sitios web gubernamen­tales, que los tiempos de un conflicto se acortan. También reconocen que la respuesta norteameri­cana es inevitable ante las provocacio­nes milita- ristas de Pyongyang. Las últimas expresione­s del presidente Donald Trump lo dejan en evidencia y suenan casi como un ultimátum. La advertenci­a coincide con la difusión de un informe que alerta que Corea del Norte habría desarrolla­do con éxito cabezas nucleares en miniatura susceptibl­es de ser incorporad­as en los misiles balísticos que dispone.

Es desilusion­ante que las principale­s potencias del planeta no hayan sido capaces de aliviar el grave cuadro de tensión. Es urgente frenar la amenaza de escalada militar y establecer las bases que permitan reanudar las negociacio­nes a seis bandas (EE.UU., Rusia China, Japón y las dos Coreas) para la desnuclear­ización de la península. Es de esperar que la diplomacia tenga aún una oportunida­d para soluciones no militares y detener los riesgos de una guerra que tendría, de producirse, un impacto con dolorosas consecuenc­ias globales.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina