Adiós a los yuyos
Los cordobeses no se olvidan del 2013, cuando los incendios devoraron 60 mil hectáreas en los valles de Calamuchita, Paravacha y Punilla. El cambio de vegetación ayudó a que esto ocurriera: los pinos explotaban como bombas. Bombas de resina. Entonces, llama la atención que el gobierno provincial insista con el desarrollo de esta y otras exóticas, a través de la nueva ley agro forestal. Esta norma tiene, paradójicamente, un buen objetivo: restaurar el 2% de la cobertura vegetal de la provincia. Pero reforestar no es poner cualquier árbol. Es darle lugar a las especies nativas, que han sido literalmente arrasadas, aunque son las únicas que están adaptadas al ambiente y a su biodiversidad. La sociedad civil en la provincia está muy movilizada en defensa de lo que queda de bosques y reclama que se le de participación en la decisión de la lista de especies que se van a poder implantar, algo que sucederá -llamativamente- en el ámbito de la secretaría de Agricultura, en vez de la de Ambiente. En el territorio, había dos ecosistemas que fueron casi eliminados: el chaqueño y el espinal, cuenta el biólogo Christian Schneider, que integra la Coordinadora en Defensa del Bosque Nativo. Díganle chau a los yuyos del mate si llega el pino: este transforma el suelo, se lleva el agua y, encima, estalla. ¿Cuál es el negocio?