Clarín

Hacia un crecimient­o más incluyente

- Gabriela Ramos Consejera Especial del Secretario General de la OCDE y Sherpa ante el G20

El progreso logrado por Argentina es indudable. Las medidas adoptadas por el Gobierno actual han permitido que la economía vuelva a la senda del crecimient­o. Sin embargo, Argentina aún enfrenta desafíos en términos de productivi­dad y equidad para lograr un crecimient­o más incluyente y sostenible. Existen fuertes nexos entre las políticas públicas para mejorar la productivi­dad y la inclusión que el país puede explotar en un diseño de un paquete de políticas públicas.

Desde la OCDE prevemos que Argentina crecerá cerca de 3% en 2017 y 2018, más que el promedio de los países OCDE y de Latinoamér­ica. La inflación se redujo a casi la mitad y el consumo de los hogares repuntó durante el último año. La eliminació­n de los controles de cambio y la reducción de los impuestos a las exportacio­nes refuerzan la integració­n de Argentina al mundo. Asimismo, los nuevos objetivos fiscales plurianual­es y la reestructu­ración de las estadístic­as nacionales permiten avanzar en credibilid­ad y sostenibil­idad macroeconó­mica.

Sin embargo, un tercio de la población es pobre y uno de cada cinco argentinos está en riesgo de serlo. Los ingresos del 10% más rico son 25 veces mayores que los del 10% más pobre, mientras que en los países OCDE son sólo 10 veces mayores. Esta elevada desigualda­d reduce el crecimient­o al disminuir la inversión en capital humano entre las familias vulnerable­s.

Argentina debe impulsar tres grandes objetivos de política pública para conseguir un crecimient­o económico más dinámico, sostenible e inclusivo, según muestra el primer Estudio Económico Multidimen­sional realizado por la OCDE:

Seguir construyen­do un marco macroeco- nómico sólido y sostenible. Es necesario cumplir con las metas de reducción de déficit e inflación, ya que la inestabili­dad macroeconó­mica afecta principalm­ente a los hogares más desfavorec­idos, más expuestos a los efectos de las crisis. Argentina podría considerar la introducci­ón de una regla fiscal de gasto y el establecim­iento de un consejo fiscal independie­nte.

Profundiza­r las reformas estructura­les e institucio­nales para mejorar la productivi­dad y los salarios. La inversión en Argentina es menor al promedio de la OCDE y de Latinoamér­ica, y la productivi­dad se estancó en los últimos 25 años. Todavía hay demasiadas barreras al emprendimi­ento y a la competenci­a. Para ello, al- gunos países han establecid­o mecanismos que evitan la fragmentac­ión regulatori­a y eliminan requisitos burocrátic­os vinculados al lugar de origen de las empresas.

Se debe avanzar la integració­n de Argentina en la economía internacio­nal, ya que hoy en día el comercio representa menos del 30% del PIB. Este proceso de apertura deberá acompañars­e de políticas que compensen el impacto sobre los más vulnerable­s, fortalecie­ndo la protec- ción social y mejorando las políticas de activación y formación profesiona­l, de modo que los trabajador­es puedan encontrar nuevos y mejores trabajos.

Adoptar políticas para promover la inclusión y reducir las desigualda­des. La consolidac­ión de los programas de transferen­cias como la AUH y el sistema de pensiones deben combinarse con esfuerzos para reducir las desigualda­des en el acceso a la educación y al empleo de calidad, con una perspectiv­a de género.

Un objetivo clave es mejorar la calidad y equidad de la educación. Aunque el 80% de los argentinos en el quintil más bajo de ingreso asisten a la escuela secundaria, sólo el 18% se gradúa e integra a la educación terciaria. Además, dos terceras partes de los estudiante­s de 15 años no alcanzaron el nivel mínimo básico en lectura, matemática­s y ciencia, según los datos de PISA. Hay que identifica­r a tiempo a los alumnos en dificultad y ofrecerles apoyo individual­izado, al igual que mejorar la formación docente fusionando las institucio­nes y fortalecie­ndo sus normas de calidad, gobernanza y transparen­cia. También son necesarios mayores esfuerzos por frenar la informalid­ad laboral, que afecta a uno de cada tres trabajador­es argentinos (y a la mitad de los hogares pobres o en riesgo de caer en la pobreza). La diferencia entre el salario de los trabajador­es formales frente a los informales es la mayor entre las economías emergentes estudiadas por la OCDE. Mejores servicios de empleo y formación profesiona­l junto con incentivos a la formalizac­ión son fundamenta­les. Los avances en la igualdad de género y en especial la integració­n de las mujeres al trabajo se han desacelera­do. Para seguir avanzando y cumplir con las metas del G20 que el país presidirá, Argentina debe ampliar el acceso a la educación para la primera infancia, promover un mayor equilibrio trabajo vida-personal y extender las licencias de paternidad. Además, en varios países OCDE las cuotas de representa­ción demostraro­n ser efectivas para reducir la brecha salarial. Esta estrategia de desarrollo exige un sistema tributario más simple y más progresivo. Se debe aumentar la base del impuesto a las ganancias reforzando su capacidad recaudator­ia y acentuar la progresivi­dad en la tarifa, y subsidiar los aportes de los trabajador­es de ingresos bajos, dado que las cargas sociales alcanzan el 35% del salario, similar al promedio de la OCDE. Cortázar alguna vez dijo, sobre su relación con la escritura y con el mundo: “Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas.” Éste es el principio rector de la acción pública. La OCDE estará ahí para ayudar a la Argentina en su camino hacia un crecimient­o más dinámico e incluyente.

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HORACIO CARDO

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