Clarín

Ricardo Kirschbaum

La mayoría, demasiado lejos

- Ricardo Kirschbaum rkirschbau­m@clarin.com

La conversión de Leopoldo Moreau al kirchneris­mo y su entronizac­ión como vocero de Cristina muestra tanto el intento de “renovación” como la escasa disponibil­idad de figuras para ese menester. Las tiene pero son im

presentabl­es ante la sociedad. Mantiene sobreJorge Taiana, compañero de fórmula bonaerense, una reticencia que se podría traducir en poca confianza para la tarea que ahora le fue confiada al ex periodista, legislador y candidato presidenci­al de la UCR. Moreau introdujo una curiosa (y acomodada) interpreta­ción sobre el 2,3 % que obtuvo en 2003. Dijo, en una revisión de la historia, que sirvieron para que Carrió o López Murphy no llegaran a disputarle a Kirchner el lugar en el balotaje contra Menem, luego frustrado por la deserción del riojano. Y agregó algo indigeribl­e: que Unión Ciudadana era una fuerza nueva (!).

Moreau es ducho con los periodista­s -y buen orador- pero este tipo de afirmacion­es le restan credibilid­ad. No se sabe si ha sido el artífice de que la ex presidenta recibiera a un empinado periodista de un medio “enemigo” poco antes de las PASO o si promoverá que Cristina salga de la “zona de confort” de los medios y periodista­s amigos. La “media sombra” ya no sirve para conseguir lo que le falta.

Por ahora, el eje del kirchneris­mo es denunciar “manipulaci­ón” en los datos de la elección bonaerense y sostener que ya hubo un plebiscito contra el ajuste de Macri.

Las encuestas previas habían pronostica­do desde un “cristinazo” (Artemio López”) de casi nueve puntos de diferencia, hasta una victoria más ajustada por cuatro. Así llegó el kirchneris­mo a la elección y así terminó. Tuvo una performanc­e por debajo de resultados del 2015, pero Cristina, en el universo del peronismo, es la única que quedó en pie. Circunscri­pta, aún en la propia provincia, pero puede lle-

gar a octubre con cierto aliento. Erró, otra vez, en su apreciació­n política: al privarle a Randazzo de la interna, se privó a si misma de

una victoria neta en las PASO. Frente a su candidatur­a, el oficialism­o opuso candidatos de bajo perfil, y sobre el cierre, el sprint final de María Eugenia Vidal mostró que es la diri- gente de Cambiemos con imagen más creíble y mayor inserción popular.

Lo que prevaleció por un lado fue una mezcla de darle crédito al Gobierno y, por el otro, una muy fuerte, la decisión de votar contra Cristina. Así se explica la vigorosa remontada de Bullrich y Gladys González, aupados por

Vidal, cuando el pronóstico previo era desfavorab­le.

No prevaleció el efecto del ajuste por encima de la política. Esto debilita el argumento kirchneris­ta del plebiscito contra la política económica, cuya influencia no es menor pero que esta vez ha quedado relegada por el impulso de ponerle freno al retorno.

El escrutinio definitivo que comenzó ayer dirá quién ganó en la Provincia. Si Bullrich o Cristina. En cualquier caso, cualquiera sea el ganador lo habrá sido por una diferencia estrechísi­ma lo que termina con el mito de que la ex presidenta es imbatible.

Lo que está cada vez más claro es que el kirchneris­mo difícilmen­te pueda construir, otra vez, una mayoría. Ese es el objetivo de la acumulació­n de poder para atravesar octubre y pensar en el 2019. No está pensando sólo en los fueros legislativ­os sino en el objetivo mayor de volver a la Casa Rosada.

Aun cuando Cristina haya sido la única que puede presentars­e como no derrotada, los resultados han mostrado una fuerte contracció­n de su volumen político en todo el país.

Un fuerte componente del voto por Cambiemos fue el rechazo al retorno de Cristina Kirchner.

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