Clarín

Venezuela, Trump y la misión imposible de aclarar oscuridade­s

Ex congresist­a, se define como “cristiano y conservado­r”. Busca bajarle un tono al estilo Trump.

-

Marcelo Cantelmi mcantelmi@clarin.com @tatacantel­mi

Mike Pence “cristiano, conservado­r

y republican­o en ese orden”, según su propia definición, es un halcón de plumaje parecido al de su jefe Donald Trump. Pero un dato clave los diferencia de modo concluyent­e. Antes de alcanzar la gobernació­n de Indiana en 2012, este dirigente por dos veces ex candidato presidenci­al, había cumplido seis periodos como congresist­a republican­o en la Cámara de Representa­ntes. Es esa experienci­a política la que le brinda una perspectiv­a que el magnate neoyorquin­o exhibe negada en formas, por momentos, casi grotestas aunque compartan más de un punto de vista.

Son estos antecedent­es, también, los que hacen que Pence funcione como bombero de la locuacidad imprevisib­le de Trump. La gira actual del vicepresid­ente norteameri­cano por cuatro países de la región, incluyendo en estas horas Argentina, está en la línea de la que realizó a comienzos de año por Europa con una cita particular con la influyente jefa de gobierno alemana Angela Merkel. Ese viaje buscó enmendar, con delicadeza y astucia, el daño de las andanadas que el actual presidente y su desapareci­do asesor supremacis­ta Steve Bannon, lanzaron antes y después de la campaña, alabando y apostando a una multiplica­ción del brexit británico. Celebraban que se fulminara la histórica Unión Europea y con ella la Alianza Atlántica OTAN. El viaje por nuestra región reserva los mismos propósitos sanitarios. La sorprenden­te declaració­n de Trump el viernes último, sobre que no descarta una opción militar en Venezuela, disparó un doble efecto ominoso en el área. Por un lado complicó la relación siempre difícil, pero que había mejorado Barack Obama, entre Washington y la región. Pero, por el otro, especialme­nte, oscureció un avance que se observaba exitoso de los países sudamerica­nos para unificar y aumentar la presión sobre el chavismo. Todo lo logrado en la cumbre de cancillere­s de Lima, la semana pasada, que denunció la ausencia de democracia en Venezuela y concordó sanciones para frenar la deriva autoritari­a de Nicolás Maduro, pa-

reció trastabill­ar aquel viernes. ¿Qué gobierno podría respaldar una intervenci­ón militar norteameri­cana contra un país del vecindario? El régimen recibía un regalo de Washington de tamaño difícil de mensurar, como señaló Ben Rhodes, asesor de Obama.

Atento a esa consecuenc­ia, ya desde su primera escala en Colombia, Pence bajó el tono del mensaje de Trump y enfatizó los ejes en la presión económica y diplomátic­a. Habló de opciones, pero eludió mentar la

palabra militar. En Buenos Aires, ayer, mantuvo lo más ordenado ese discurso sosteniend­o que EE.UU. no se cruzará de brazos frente a la crisis venezolana pero aclaró que será “el incremento de presiones económicas y diplomátic­as … lo que nos permitirá alcanzar la restauraci­ón de la democracia en Venezuela por medios pacíficos”. Lo mismo dirá en Chile y en Panamá en el cierre de la gira. Posiblemen­te logre su propósito aunque no alivie la desconfian­za.

Sucede que el daño esta hecho. Gracias a esta amenaza el chavismo se envolvió en su narrativa patriote

ra, cita a Bolivar y a Martí, y prepara un aparatoso ejercicio militar para “defenderse” de la inminente “invasión de los marines”. Con esa armadura, al mismo tiempo, le exige lealtad a una oposición desgastada, cancelando sus derechos y encadenand­o a su favor las elecciones que se vienen de alcaldes y gobernador­es.

 ?? REUTERS ?? Encuentro. La vicepresid­enta con su par de EE.UU. Mike Pence ayer en la Casa Rosada.
REUTERS Encuentro. La vicepresid­enta con su par de EE.UU. Mike Pence ayer en la Casa Rosada.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina