En busca de la superación
Con mayoría de mujeres en su elenco, “Amaluna” llegará aquí en 2018. Clarín lo vio en Asunción y cuenta el show y su backstage.
En el circo más importante y reconocido del mundo la vida de sus artistas y personajes es como en la de cualquier compañía: nómade. Unos días en una ciudad y, enseguida, a armar las valijas para viajar a otra, o para unirse a otro de los 18 shows del circo que están girando alrededor del planeta.
Antes de desembarcar en Asunción, los artistas de Amaluna estuvieron en Italia y en los próximos meses visitarán Uruguay y Brasil para recalar el año que viene en la Argentina. Rosario será la primera ciudad en recibirlos, del 14 al 18 de febrero en el Autódromo; luego Córdoba del 26 al 29 de abril, y, finalmente, llegarán a Buenos Aires, del 15 al 25 de marzo en Costanera Sur, con entradas en venta desde el 23 de este mes.
Pero, antes de todo eso, el Cirque du Soleil se prepara para debutar en la capital guaraní. Son casi las tres de la tarde y el calor se hace sentir. La carpa amarilla y azul ya está armada en el puerto de la ciudad, y los artistas comienzan a llegar al lugar para prepararse para la función. Las tareas son arduas: calentamientos corporales, elongación, masajes con los kinesiólogos, practicar las pruebas en el backstage y luego recorrer el escenario. En última instancia vestirse, maquillarse y salir a escena.
“Lo interesante de Amaluna son sus ideas y que es un show que busca superar los límites. El tener un elenco de mujeres es algo original para el Circo, y el mensaje es mostrar la fuerza de las mujeres y su femineidad. Ama
luna cuenta el crecimiento de Miranda, de niña a mujer y todas las pruebas que debe atravesar para descubrirse. Al final de la obra, está lista para la vida”, cuenta James Santos, el director artístico de Amaluna.
La historia de este espectáculo está basada en La tempestad, de William Shakespeare, y ampliada con la mitología griega. Todo sucede en la isla llamada Amaluna, gobernada por la reina Próspera y guiada bajos los ciclos lunares. Miranda, la hija de la reina, está dejando la niñez ,y para cele-
brarlo Próspera invita a las Diosas a presenciar la ceremonia, un rito bellísimo, en el que el circo despliega todo su arte y virtuosismo.
Próspera desata una tormenta que lleva hasta la isla a un grupo de hombres, entre los que está Romeo. Él y Miranda se enamorarán de inmediato, pero deberán enfrentar diversas dificultades para demostrar que su amor es sólido y fuerte.
Lo llamativo de esta puesta es la numerosa presencia de mujeres, y es porque que este show nace de la intención de resaltar la fuerza femenina. Esto incluye una banda formada sólo por chicas, que toca en vivo y deslumbra con sus desafiantes sonidos y técnicas vocales.
“No hay diferencias entre los hombres y las mujeres. Los artistas somos una sola familia. Pero la realidad es que, alrededor del mundo, sí existen esas diferencias entre los géneros. Vengo de los Estados Unidos, donde las mujeres son fuertes, pero sé que hay otras partes del mundo donde no sucede eso”, analiza James, quien además confiesa que es su primera vez en Latinoamérica, y lo ve como un gran desafío.
Todos los días James se reúne con su equipo, analizan el último show y charla con los físicoterapeutas sobre el estado físico de los artistas. Luego, como haría un director técnico de un equipo de fútbol, elabora una lista y coloca en un gran pizarrón los nombres de los convocados para esa noche.
Al lado del pizarrón hay una especie de living con sillones, y frente a ellos un televisor que acapara la atención de varios de los artistas. Una mirada rápida los hace ver distendidos y casi se podría pensar que están jugando con alguna consola de videojuegos. Pero no. Sólo hay que acercarse para entender que sucede todo lo contrario: están concentrados, no pierden el tiempo. El grupo mira las grabaciones de sus anteriores performances para analizarlas, para verse y saber sí estuvieron bien y corregir lo que no les gusta.
La exigencia del circo y de sus artistas, esa perfección que logran en escena con esos trucos en los que el cuerpo parece capaz de hacer cualquier cosa, es parte de una rutina que arranca temprano. Desde que se levantan hasta que se van a dormir tienen la cabeza puesta en el trabajo: no hay tiempo que perder.
“El promedio de edad de la mayoría podría ser de 25 años, pero entre los artistas tenemos gente que va desde los 19 hasta los 53. Además, la población de nuestro tour es de 50 países distintos y todos con diferentes modos de comunicación. Hay gente de Francia, Irlanda, Inglaterra, Japón, Brasil, entre otros. Lo divertido al principio son los acentos”, dice James, recordando seguro alguna primera charla con alguno de ellos.
Pero lo que más rescata el director artístico de esta compañía es el sentimiento de familia con el que se vive dentro de la carpa. James revela que es muy común que los hijos de los artistas, incluso sus propios hijos, formen parte del grupo que viaja de ciudad en ciudad. “Hoy mis hijos viven con mi pareja en Las Vegas, donde está mi casa. Ellos viajaban con nosotros, pero ya tienen 9 y 10 años y los mandé a casa para que se establezcan allí y vayan a la escuela. En el circo no tenemos colegios, los niños que están con nosotros estudian en la ruta. Muchos de los niños crecen y aprenden aquí, hay casos de niños que estuvieron en los tours y que luego se convirtieron en artistas de la compañía”, revela James.
El Cirque du Soleil ya ha visitado la Argentina en varias oportunidades con distintos shows, vinieron con
Saltimbanco, en 2006; Alegría , en 2008; Quidam, en 2010, Varekai, en 2012, Corteo, en 2014, y Kooza en 2016. Ahora renueva la apuesta y acerca un show lleno de destrezas y gran despliegue, con la diferencia de que Ama
luna resalta el poderío femenino. En Paraguay ya son las seis de la tarde y faltan dos horas y media para que comience el show. Los bomberos aparecen en escena e invitan a todo el personal a realizar un simulacro de incendio. Hay que dejar la carpa y caminar afuera del establecimiento. Todos dejan lo que están haciendo y salen en grupitos, caminando bajo un atardecer que tiñe el cielo de color rosa mezclado con celeste. Algunos ya habían empezado a cambiarse, otros a maquillarse, pero deben salir como están. Los jefes de cada área toman lista: están todos. De regreso a la carpa, espera el show.