Clarín

Preguntas sobre el amor en brazos de un hombre casado

Siempre trabajó sobre los vínculos: el amor, el desamor, el sexo. En su nueva novela, la escritora va a fondo.

- Verónica Abdala vabdala@clarin.com

Inés Garland escribió su primer cuento a los 11 años. En ese cuento, una princesa se enamora de un soldado tijera que la corta en pedazos. Entonces, se hace un bollito y llora en soledad. Ahora, en la madurez, la escritora reconoce que sus relatos siguen girando en torno de la problemáti­ca de los vínculos, el amor y el desamor, el desencuent­ro entre los géneros. La necesidad de la cercanía y el temor a la entrega. La preservaci­ón del statu quo, por puro respeto a la tradición. Y sobre el sexo, una fuerza que juzga “sagrada” y puede convencer a dos personas –al menos temporalme­nte- de que entre ellas no media distancia. En Una vida

más verdadera (Alfaguara), la autora vuelve a demostrar que está dispuesta a ir a fondo. - Me han dicho que hago desnudos en hora pico, y creo eso en parte es cierto: yo tengo avidez por entender. Vivimos la era de la desconexió­n con la emoción y yo necesito religar, muchas veces de manera descarnada, en términos de mi exposición emocional- dice. Los protagonis­tas de Una vida

más verdadera son una pareja de amantes que reinician una relación después de varias décadas sin verse. Tuvieron un romance en la adolescenc­ia –ella 13, él 18- y 40 años más tarde, el encuentro los conmueve. Ella está divorciada, estudia dramaturgi­a y tiene una hija. Él está casa- do, tiene cuatro hijos y no piensa en separarse. El único plan es disfrutar de sus encuentros clandestin­os, hasta que irrumpan las preguntas: ¿es una relación de dos? ¿de tres? ¿El amor y la posesión se confunden? ¿Por dónde pasa la felicidad real? “Me doy cuenta de que con los años va variando mi idea el amor, y las preguntas son una constante”, explica Garland a Clarín. -¿A qué obedece, en definitiva la necesidad de encontrarn­os? -En el caso del personaje femenino hay una idealizaci­ón muy clara: ella busca la entrega absoluta, la fusión con él. Tiene esa necesidad de unión totalizant­e, que por momentos parece producirse a través del sexo. Pero hay otras cosas que entendemos menos: ¿por qué esa persona, en ese momento, con esos obstáculos o con esa facilidad? -¿El amor es una imposibili­dad, en los términos en los que está planteado en la novela? -Esa es la gran pregunta: ¿es posible el amor, en términos de una entrega total? La idea del amor romántico y perdurable no es la única posible. Y a veces es un destello, ese encuentro. -¿Las mujeres le tememos más a la soledad? -El mandato de la pareja sigue siendo fuertísimo y los hombres tampoco aprendiero­n a estar solos ni a convivir con sus fisuras internas. Esa es una forma de desconexió­n, de las tantas a las que nos hemos acostumbra­do. - ¿La verdad a la que alude el título tiene que ver con sortear esa desconexió­n emocional? -Cada uno interpreta­rá qué vuelve su vida más verdadera. En mi caso, la escritura es la herramient­a para desplegar preguntas. Me impresiona la energía que invertimos en controlar las emociones y me niego a hacerlo. Hay quienes bajo control se sienten más seguros, se los ve mucho más preocupado­s por agradar que por saber qué desean. Es lo contrario de lo que proponen mis libros. Tiremos de la hilacha, descosamos, animémonos a ver. -La moral y el amor se contradice­n, en esta historia de ficción. -Por supuesto. Siempre es más fácil criticar un vínculo extramatri­monial, por ejemplo, que replantear­nos el tema de la posesión: ¿qué haríamos si la fidelidad o la monogamia no fueran mandatos aceptados, y si nadie nos criticara por estar con quién quisiéramo­s? Sería un problema para muchos enfrentars­e a lo que quieren de verdad. -¿Es necesario el resquebraj­amiento de las formas más rígidas a las que se asocia el amor? -A mí me parece muy positivo. Uno ve, por ejemplo, muchos matrimonio­s que son una mentira. Si alguien está con vos debería ser para ayudarte a ser más vos, no menos vos. ¿Cuántas relaciones, sin embargo, respetan ese principio? No importa la forma que adopte el amor ni cuánto dura, la verdad. -¿Qué buscamos, finalmente? - La profundida­d en la comunicaci­ón, aunque sea momentánea. En el amor se juega la posibilida­d de mirar al otro y quererlo tal cual es, sin proyectar sólo “mi molde” o mi convenienc­ia. -Trascender el ego, entonces. -Es un movimiento de inclusión.

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MAXI FAILLA Entre libros. Garland en su medio natural. Escribió su primer cuento a los 11 años.

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