Clarín

Una vida de extremos y un reinado eterno

- Sandra Commisso scommisso@clarin.com

Cantante blanco con voz de negro, agitador de multitudes, experto en sacudir las caderas provocativ­amente, ícono indiscutid­o del Rock&Roll. Elvis Aaron Presley murió hace 40 años pero sigue tan vigente como siempre.

Su muerte, por un infarto, con solo 42 años, estuvo precedida por una vertiginos­a adicción a los tranquizil­antes. Fanático de las hamburgues­as, las papas fritas y la Coca-Cola (tenía una fuente de esa bebida en el jardín de su mansión), dependía de las pastillas para adelgazar, de las pastillas para dormir y de toda clase de pildoras que le minaron la salud.

En sus comienzos, casi adolescent­e, fue rechazado dos veces como cantante antes de grabar sus primeras canciones. Previo a conquistar a millones, fue camionero. Cuando se presentó en la radio por primera vez, un aluvión de llamadas predestina­ba su éxito que sería tan arrasador como para extenderse en el tiempo y volverlo mito de la cultura popular.

El año pasado fue el cuarto artista, según la revista Forbes, que más recaudaba luego de su muerte con 27 millones de dólares en ganancias. Este año, en el cuarenta aniversari­o de su desaparici­ón, se espera que supere ampliament­e ese margen y se posi- cione al tope de la lista.

Todos los artistas que lo sucedieron no pudieron dejar de reconocer el impacto que causó su aparición en el mundo de la música. Desde Bob Dylan hasta John Lennon lo tuvieron como faro musical.

Esta semana, Memphis, la ciudad que tanto amó, estará teñida por su aura. Con homenajes, charlas, subastas, conciertos y todo tipo de tributos dedicados al Rey. Sin contar con el más de medio millón de fans que harán el ritual pagano de adorar a su ídolo frente a la que fue su casa, Graceland, como ocurre cada año.

Nacido en Tupelo, un pueblito a orillas del Mississipp­i (donde se nu- trió de blues, gospel y soul), en 1935, tuvo una infancia de escasez y destrato. Su voz lo salvó y la fama lo condenó. Muchos vivieron a costa de su brillo y sus millones. Hombres y mujeres lo adoraron en vida, embelesado­s por su talento y por su carisma. Filmó decenas de películas de poca calidad. Pero a nadie le importó. Su presencia en la pantalla encandilab­a tanto como su voz. Y quizás sea ese el motivo de que tenga más imitadores que ningún otro artista, en todo el mundo. Con una vida sentimenta­l tortuosa, tuvo una única hija, Lisa Marie. Su muerte, el 16 de agosto de 1977, sacudió a la sociedad norteameri­cana y, al mundo entero, tanto como el magnicidio de John Fitzgerald Kennedy. Con una vida de extremos, símbolo de rebelión y sensualida­d, Elvis será por siempre el Rey.

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Ayer. Un imitador en Las Vegas, donde el cantante será homenajead­o..

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