En busca de un destino
“Estoy llenando este vacío con sabor a nada. Quiero colmarlo de todas las emociones desnudas”. Hay algo insatisfactorio en el artista siempre llamado Abril Sosa, y lo manifiesta en la citada declaración, en la contraportada de un nuevo disco solista.
A los 36 años, el primer baterista de Catupecu Machu y fundador de Cuentos Borgeanos es a quien mejor le calzaría, dentro de la música local, la muletilla de “joven veterano”. Aún más joven que Santiago Motorizado (líder de los apreciados Él Mató a un Policía Motorizado, a los que todavía se toma como “banda de recambio” dentro de la escena local), Sosa todavía busca su lugar definitivo. Y lo hace moviéndose todo el tiempo.
Este Canciones para que me crea es
la conjunción de tres epés ( Primer intento, Segundo intento, Tercer inten
to), con un cúmulo de canciones donde se encargó de tocar todos los instrumentos, prueba cabal de la autoconfianza del músico.
Producido por Pablo Romero (el ex Arbol también rankea como joven veterano en su tarea), el álbum tiene las nociones correctas de una obra solista contemporánea: un cauce donde lo analógico simula ser digital, y viceversa. Y ahí se para Sosa: emotivo, buen intérprete, dándole sobrecarga a textos que ya vienen con toda su pompa & circunstancia. En todo caso, cierto narcisismo no omitido en la forma de presentarse en el booklet se traslada a veces a los textos, ampulosos o sobreactuados . En cierto sentido, Abril sigue siendo el sueño húmedo de cualquier productor discográfico que, retocando el repertorio, sueñe con emular el éxito de Abel Pintos. Pero el artista insiste. Y aún con ése exceso de brío, consigue una obra por encima de la media. Ni visitando los fangosos terrenos del R&B, en Canción para la soledad, queda pagando y asevera: “Todo lo que queda es esperar/ Todo lo que queda es hundirse en el mar/ si estamos solos”.