El Congreso brasileño planea destinar US$ 1.160 millones para las campañas
La justificación es que, tras escándalo del Lava Jato, los partidos no tienen aportes privados.
El Congreso brasileño, desgastado y con muy baja popularidad, busca ahora aprobar una reforma política que incluye la financiación de las campañas con recursos públicos. El descrédito, sin embargo, no parece preocuparles. De otro modo no habría cómo explicar que la iniciativa reformista prevea una financiación de nada menos 1.160 millones de dólares para las elecciones de 2018. Según las últimas encuestas, el Congreso es rechazado por 66% de los brasileños: 35% lo considera pésimo y 31% malo. La evaluación positiva es, en tanto, de ape
nas 4%, cuando en julio se ubicaba todavía en 11%. El debate no se limita, sin embargo, a la propuesta financiera, cuyo monto sería “justificable” según los legisladores por cuenta de la ausencia de aportes privados Es que esta iniciativa de enmienda constitucional sobreviene como una de las consecuencias del Lava Jato. Fue ese proceso, que tuvo como columna vertebral a la constructora Odebrecht y otras asociadas, el que permitió a las empresas generar grandes subsidios a partidos y parlamentarios, que procedían en verdad de fondos públicos y no privados. Era el “reparto” de la sobrefacturación de obras realizadas para Petrobras. Fueron cientos de millones de dólares que alimentaron las campañas de los candidatos.
La discusión de la reforma responde también a la necesidad de modificar el modelo actual que permite elegir diputados con muchos votos, pero que ayudan a encaramar en una banca legislativa a otros candidatos de sus partidos con escasísima votación. En este punto hay serias divisiones entre los congresistas. Unos plantean dejar las cosas como están y tratar de evitar ese fenómeno, de políticos que acceden al Parlamento casi sin representación, subiendo al doble el mínimo de votos requeridos por un candidato para asumir un puesto.