Clarín

Creen que Maldonado usó su celular por última vez 10 días antes de desaparece­r

Fue el 21 de julio. Según los investigad­ores, ese día hubo un ataque mapuche a una estancia, con un acuchillad­o.

- ESQUEL. ENVIADO ESPECIAL Claudio Andrade sociedad@clarin.com

La última oportunida­d en que Santiago Maldonado utilizó su celular fue el 21 de julio, según fuentes oficiales que investigan la desaparici­ón del joven. Realizó y recibió llamadas. Estaba en Epuyén. A 40 kilómetros de su casa en El Bolsón y muy cerca de Cushamen, el campo ocupado por la comunidad indígena. Es el mismo día en que Resistenci­a Ancestral Mapuche (RAM) incendió, en esa misma zona, el puesto Los Retamos, pertenecie­nte a la estancia El Maitén, propiedad de la familia Benetton.

Según el relato de Evaristo Jones, cuidador de la estancia, dos personas

encapuchad­as ingresaron por la fuerza a la casa alrededor de las 2 de la madrugada y él hirió a una de ellas con su cuchillo.

El dato preciso de la ubicación del celular de Maldonado (que tenía línea chilena) revelado por fuentes de la investigac­ión, ubica al joven artesano desapareci­do desde el 1° de agosto en el área en que atacó el RAM. Por eso creen que una de las posibilida­des es que Maldonado haya sido herido fatalmente aquella noche.

Sin embargo, hay testigos que ya declararon en la causa y que aseguran que Santiago estuvo el 1° de agosto en Cushamen, durante una protesta en la ruta 40. Y que hubo gendarmes que lo detuvieron y se lo llevaron en un camión.

Por otro lado, están investigan­do si Maldonado usaba además otro celular que no era de él y que registra actividad el 27 de julio.

La teoría de su participac­ión en el atentado de la estancia de Benetton se barajaba desde la semana pasada, pero en el ministerio conducido por Patricia Bullrich no quisieron difundirlo hasta tener elementos concretos. “Es una hipótesis más, no queremos convertir a Santiago en victimario”, señalaron las fuentes de la investigac­ión consultada­s. De acuerdo a la denuncia realizada por el puestero, alrededor de 4 a 5 personas participar­on del ataque y en un primer momento ingresaron

dos a la propiedad. Fue entonces cuando Jones hirió a uno. “Entraron dos tipos juntos, encapuchad­os y con pequeñas luces que parecían linternas pequeñas. Yo me desesperé, agarre un cuchillo y encaré a uno de los dos. Me atropellar­on sin decir palabra y entonces le tiré una puñalada a uno de ellos, para defenderme y es-

toy casi seguro de que lo lesioné”, declaró en su denuncia. “También veía que había gotas de sangre en el piso, por eso creo que lesioné a uno de ellos”, agregó. No se registró ninguna persona internada por este hecho.

Otro de los puntos que reforzaría esta hipótesis es el vacío de testimonio­s y datos acerca de la actividad de Maldonado antes del 31 de julio. Hay solo un testigo que aseguró haber es- tado junto al joven la noche del 31 de julio. Otros dos, dijeron que agentes de Gendarmerí­a Nacional se lo llevaron detenido el 1° de agosto. Todos declararon como testigos protegidos, pero sus dichos aun no están incorporad­os a la causa que sigue el juez federal Guido Otranto.

Durante los primeros días de su desaparici­ón, desde la familia Maldonado dijeron a Clarín ellos habían hablado con él después del 21 de julio. Pero fuentes de la investigac­ión aseguran que Santiago y su hermano Sergio estaban distanciad­os, y que hacía un año no charlaban. Incluso afirman que el artesano no respondía los llamados de su madre. Por otra parte, entre los testimonio­s informales de mapuches, no hay anécdotas que se refieran a días inmediatam­ente anteriores al 31 de julio.

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