En los primeros siete meses del año mataron a 90 personas durante asaltos en la Provincia
Hay una víctima cada 56 horas vinculada a un robo. El 77% de los casos se produjo en el GBA. La Matanza, con 16, encabeza el ranking, seguido de Lomas de Zamora (13). En La Plata hubo 7.
Un celular. 270 pesos. La moto. La mochila. Un viejo Ford Falcon. Son botines de robos que en los primeros siete meses de 2017, en la provincia de Buenos Aires, dejaron vidas de víctimas en el camino. De apenas 3 años, como Agustín Bustamante en Villa Centenario (Lomas de Zamora), por una mínima suma de dinero que el papá del nene iba a destinar a unas pizzas para la cena familiar. O de 86, como Elsa García, una jubilada que no soportó ver cómo tres ladrones le pegaban sin parar a su hijo, en un asalto en La Plata, y se infartó.
La inseguridad sigue siendo un problema sin solución para las autoridades, a pesar del refuerzo en las zonas calientes, inclusive con fuerzas federales. Según un relevamiento de
Clarín, en 212 días ya murieron al me-
nos 90 personas que sufrieron un asalto: 78 hombres y 12 mujeres.
Si bien el número bajó levemente respecto de los dos últimos años (97 en 2016 y 93 en 2015), lo cierto es que hay un crimen cada 56 horas vinculado a un robo. La estadística sólo comprende a las víctimas de estos episodios. Tampoco se incluyen en esta cifra los crímenes ligados al narco, ajustes de cuenta o venganzas, cuestiones personales ni femicidios.
El Conurbano concentra el 77% de los casos (un total de 69), donde La Matanza y Lomas de Zamora encabezan el ranking, con 16 y 13, respectivamente. En el interior provincial se produjo el 23% restante (21 asesina
tos), con La Plata (7) a la cabeza, seguido de Pilar (4).
En Bahía Blanca, donde el último jueves 3 a la noche hubo una emotiva marcha por la muerte del comerciante Ramiro Barragán (31) a manos de dos motochorros, hubo hasta el momento tres asesinatos en robos, el mismo número que en todo 2016.
Como en los años anteriores, las armas de fuego se utilizan para cometer la mayoría de los homicidios: 59 de las víctimas, es decir el 66%, murie
ron baleadas. Y 10 de ellas, acuchilladas (11%).
En junio hubo un martes 13. Ese día marcó para siempre la vida de los Herrlein. Eduardo, de 61 años, atendía su negocio de venta de zapatillas en la localidad de Villa Ballester (San Martín). Dos ladrones entraron y le pegaron un tiro en la cabeza. Su familia, como la mayoría de quienes perdieron a un ser querido en un caso de inseguridad, sufre en silencio, ya en el olvido de la opinión pública y de las autoridades. Todos los días hay un nuevo caso que supera al otro.
Uno de ellos, con escasa repercusión mediática, sucedió alrededor de las 21 del viernes 28 de julio en Lanús Oeste. Hugo Souto iba en la Volkswagen Amarok de su esposa, Adela Carrubba (57). Era la tercera camioneta que le había repuesto el seguro en menos de un año y medio, ya que las otras dos se las robaron. Dejó a su mujer en el restorán familiar, “La casa de Adela”, en Valentín Alsina, adonde en mayo último habían festejado sus 60 años. Luego pasó por el súper chino del barrio para comprar pan y fiambre. Antes de llegar a su propiedad, se detuvo en el almacén de su hijo, en la esquina de Coronel Murature y Viamonte, creyendo que allí estaba su nieto de 3 años. Los vecinos escucharon un disparo y, cuando salieron, Souto agonizaba con un balazo en la axila derecha.
La Policía, como en muchos de estos casos, evitó hablar de un asalto. Hechos así explican la diferencia entre las estadísticas de Clarín y los datos oficiales del Ministerio de Seguridad: cuentan 60 homicidios en ocasión de robo en lo que va de 2017, una disminución de 17,8% respecto a 2016 (73) y de un 27% respecto a 2015 (67). Pero la familia de Souto no tiene dudas. “Él quiso evitar el robo de la Amarok, que tenía sólo 200 kilómetros, y lo ejecutaron. Esto no es ningún ajuste de cuentas, nosotros no teníamos cuentas con nadie, somos gente de trabajo”, le cuenta Adela Carrubba a Clarín. Se casaron en 1985 y tuvieron cuatro hijos (tres varones y una mujer). El hombre, además, tenía una empresa de reparto de mercadería y solía manejar los camiones.
Pocos días antes del crimen, el hombre le había prestado el coche a su hija Fiorella (21) para ir a un boliche de Palermo y le dejó en claro cómo tenía que actuar frente a un even
tual caso de inseguridad. “Te doy el auto, pero así como yo te doy las llaves, si te lo piden, dáselo, ¿estamos?”, le dijo. Fue su último consejo de padre.