Clarín

Maduro, al ataque contra los violines

- Alberto Amato alberamato@gmail.com

Al presidente venezolano, Nicolás Maduro, no lo arredran enemigos grandes. Ni pequeños. A los grandes, gobiernos y gobernante­s, los insulta. A los pequeños, manifestan­tes de la oposición, los mata en las calles. Todo le es gratis y festejado por quienes sustentan la violencia, el crimen y la corrupción como políticas de Estado. En nuestro país acaba de hacerlo un dirigente gremial, muy suelto de cuerpo y de boca.

En política, crearse enemigos, reales o imaginados, suele suscitar adhesiones. Maduro quiere batir todos los récords y la encaró contra Beethoven, Mozart y compañía, personific­ados por Gustavo Dudamel, el director del exitoso Sistema de Orquestas de Venezuela, conocido con sencillez como “El Sistema”.

Se trata de un programa de formación musical instalado en los barrios más pobres de Venezuela, destinado a chicos y jóvenes que, a través de la música, eluden la droga y el delito, y que hoy integran más de ochociento­s mil miembros. Dudamel dirigió muchos años la

Orquesta Nacional Juvenil, que actuó en las principale­s capitales del mundo, y aquellos chicos de entonces son hoy prestigios­os so

listas internacio­nales. “El Sistema” fue creado hace ya más de cuarenta años por el maestro Antonio Abreu, hoy anciano y retirado. Es cierto que Hugo Chávez lo impulsó, y es cierto también que Maduro acaba de ponerle bandera de remate. Primero lo intervino y puso en manos de su gobierno la gestión y dirección del programa. Si Maduro está convencido de que los puntos cardinales son cinco, no es difícil imaginar qué puede hacer uno de sus alcahuetes frente a un cello. Lo que sucedió después no fue gracioso. Fue trágico.

En mayo, en una de las marchas contra Maduro, fue asesinado de un balazo en la cabeza Armando Cañizales, un chico violinista de 17 años, de “El Sistema”. Otro de sus compañeros, Wuilly Arteaga, fue apresado, violín en mano, por los paramilita­res. Dudamel, que dirige hoy la Filarmónic­a de Los Ángeles, se declaró luego en contra de la Asamblea Constituye­nte

y sugirió un diálogo del gobierno con la oposición. Maduro lo apostrofó de inmediato por televisión, se erigió, nada menos que él, en

“artífice de niños, niñas y jóvenes”, y le advirtió

a la distancia al músico: “Dios te perdone Dudamel, por dejarte engañar”. De inmediato empezó la persecució­n. El gobierno, que maneja el presupuest­o de “El Sistema”, canceló la gira por cuatro ciudades de Estados Unidos de la orquesta juvenil que iba a ser dirigida por Dudamel; el prestigios­o director debe haber puesto a remojar las barbas y a ahorrar sus futuros comentario­s de muchacho confundido, si quiere volver a ver a sus pequeños y talentosos músicos. La revolución bolivarian­a la ha emprendi

do contra los violines. Qué revolución más triste y más inútil.Cuando los nazis entraron en París, detrás de las persianas cerradas de Champs Elysees los franceses cantaban La

Marselleis­e. La música siempre ha sido símbolo de resistenci­a. A ver, algún muchacho engañado que se lo explique a Maduro.

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