Clarín

José Eduardo dos Santos

Presidente de Angola

- Luis Vinker lvinker@clarin.com

Casi vitalicio... ya no

Después de 38 años en el poder, se apresta a dejar a su “delfín”, Lourenco. Recibió su país en crisis y sigue con dos tercios de la población bajo la línea de pobreza. Cristina y Moreno lo visitaron y halagaron.

Enfermo y luego de 38 autoritari­os años en el poder, el presidente de Angola, José Eduardo dos Santos, comienza a despedirse del Palacio Presidenci­al. Ayer, casi 10 millones de personas de esta petrolera y pobre nación africana de poco más de 24 millones de habitantes, eligieron a su

sucesor: todo indica que Joao Lourenço, general retirado de 63 años, fiel al régimen, será el vencedor.

Lourenço, del oficialist­a Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) se enfrentó, entre otros, a su principal rival, Isaías Henrique Ngola Samakuva, líder del opositor Unión Nacional para la Total Independen­cia de Angola (UNITA).

Dos Santos es, a sus 74 años, el segundo jerarca más longevo de África. Y a partir de septiembre dejará atrás casi cuatro décadas de gobierno de mano dura, con una guerra civil de 27 años incluida (1975-2002), en el marco

de la Guerra Fría: de un lado MPLA con Cuba u la ex URSS de aliadas y del otro UNITA, apoyado por EE.UU.

Dos Santos, que seguirá siendo presidente del MPLA hasta 2022, se ha asegurado el futuro al hacer votar leyes que le otorgan un amplia inmunidad judicial, y al mantener durante años toda la jerarquía del ejército y de la policía. Su millonaria hija Isabel --considerad­a la mujer más rica de África-- se ha convertido en el símbolo de una suerte de “privatizac­ión del Estado”, según expresión del periodista opositor Rafael Marques de Morais. Fue nombrada por su padre presidenta de la compañía nacional de petróleo, Sonangol.

Aunque los analistas apuestan por un claro retroceso electoral del régi- men, que obtuvo 72% de los votos hace cinco años, no será suficiente como para privarlo de la mayoría absoluta en el Parlamento. Consciente del descontent­o nacional por la crisis económica por la caída de los precios del petróleo y la corrupción, el MPLA ha inundado en los últimos meses todo el país con su poderío financiero de Partido-Estado, organizand­o unas elecciones a su medida, considerad­as desiguales por sus adversario­s.

Su sucesor tendrá que hacer frente a un país castigado por el conflicto bélico (hubo cerca de un millón de muertos) y encallado desde 2013 por la caída del precio del crudo, en cuya producción se basa, casi exclusivam­ente, su economía. Pese a un crecimient­o ecónómico promedio del 11% entre 2000 y 2010, dos tercios de la población viven con menos de dos dólares al día. “Joao Lourenço forma parte del pri- mer circulo del poder”, resume Didier Péclard, investigad­or en la Universida­d de Ginebra. “Es un fiel del partido, un hombre de consenso”. Desde los años 1970, todo el recorrido de Joao Manuel Gonçalvez Lourenço -un hombre discreto, poco habituado a los estrados- refleja una lealtad inquebrant­able al partido, pero también su hambre de poder. “Desde hace tiempo me preparo para este cargo”, confió en febrero al anunciarse oficialmen­te su candidatur­a.

Nacido el 5 de marzo de 1954 en Lobito (oeste), Lourenço creció en una familia muy comprometi­da políticame­nte. Su padre, enfermero, purgó tres años de prisión por actividad política ilegal. Influencia­do por el marxismo-leninismo, Lourenço estudió

historia en la ex-URSS, que durante la guerra fría formó a las jóvenes figuras emergentes de la descoloniz­ación en África. Lourenço se sumó a la lucha por la liberación de Angola en 1974, tras la caída de la dictadura en Portugal, que condujo un año después a la independen­cia angoleña. En 1984, se convirtió en gobernador de la provincia de Moxico e inició su ascenso en el organigram­a del partido. Pero solamente en 2014 el general Lourenço sale realmente de la sombra, cuando accede al cargo de ministro de Defensa. Su nombramien­to a la vicepresid­encia del MPLA en agosto ya lo hizo entrar en el estrecho círculo de los posibles delfines.

El presidente Dos Santos, de quien se sospecha que quería imponer a un miembro de su familia o al actual vicepresid­ente Manuel Vicente, encau- sado por corrupción en Portugal, acabó por aceptar la opinión de los demás dirigentes del partido, que optaban por Joao Lourenço. “Es el delfín

ideal para Dos Santos”, opina Alex Vines, del centro de reflexione­s británico Chatham House. Pese a su imagen de moderado, los adversario­s del régimen no esperan nada con la llegada al poder de Lourenço. “Es un general duro” asegura el periodista Rafael Marques de Morais.

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EFE Voto. El presidente José Eduardo dos Santos, muestra el dedo manchado de tinta tras votar en Luanda.
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