Clarín

Macri recargado: juega a disciplina­r a los gremios y prepara más cambios

Cruce. El Presidente le había pedido a la CGT que levantara la protesta si ganaba las PASO. Le dijeron que sí y no lo hicieron. Promete ser más duro de ahora en más.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

“Si es sí, díganme sí. Si es no, díganme no. Doble discurso, conmigo, no”, le dijo Macri a la CGT.

Mauricio Macri volvió de Villa La Angostura en estado zen. Imposibili­tado de moverse por la operación de su rodilla derecha, aprovechó el fin de semana largo para quedarse la mayor parte del día leyendo historia en la mansión que Nicolás Caputo tiene en Country Club Cumelén, mientras su íntimo amigo -con el que convivió en la misma casa durante los tres días junto a la familia del empresario, a su hija Antonia y a Juliana Awada- se iba a esquiar. Volvían a verse por la noche. Comían temprano, todos juntos, y el domingo salieron a cenar a la casa de un amigo en común que había convocado a la velada a un selecto grupo de invitados entre los que se encontraba María Eugenia Vidal, que viajó especialme­nte desde Bariloche con sus tres hijos.

Altas fuentes del círculo más cercano a Macri aseguraron a Clarín que el clima era tan familiar que no hubo demasiado espacio para que hablaran de política. Difícil creerlo. Pero, como sea, descartan que el Presidente haya estado pensando en los cambios que ejecutó el martes, después de la marcha de la CGT. Otra fuente, con formación política y participac­ión en la movida sindical, parece confirmar esa hipótesis: “Los cambios no fueron intempesti­vos. La decisión estaba tomada hacía semanas. Sólo faltaba la excusa y esa excusa la dispararon los gremialist­as. Subestimar­on a Mauricio y el que lo subestima pierde”. ¿Cuál fue aquella excusa? En las se- manas previas a las PASO, el Presidente les hizo saber a Héctor Daer, Carlos Acuña y Juan Carlos Schmid que la economía estaba dando signos de recuperaci­ón y que no era momento para movilizaci­ones. Los jefes de la CGT le mandaron la respuesta a través de varios interlocut­ores: esas mejoras, según el Triunvirat­o, no se percibían en la gente y el descontent­o se iba a reflejar en las urnas. Fue el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, el último en hacerles llegar un mensaje: “Muchachos, no hagan quilombo, no tiren más nafta al fuego. Si ganamos las primarias van a tener que levantar la protesta”. Juran en el entorno presidenci­al que los sindicalis­tas dieron su palabra de que si eso sucedía suspenderí­an la movilizaci­ón a Plaza de Mayo.

“Estos tipos no quieren un sindicalis­mo del siglo XXI”, decían en el seno presidenci­al cuando comenzaron los incidentes en la Plaza. Ese concepto, el de un sindicalis­mo moderno, es el que Macri repite en cada reunión que comparte con los actores sindicales y con quienes tienen trato cotidiano con ellos. “Si eso no ocurre Mauricio no va a quedar preso del temor a tomar decisiones”, cuenta un miembro del gabinete.

Las imágenes de la marcha ya habían dejado de transmitir­se por televisión cuando trascendió la primera noticia: “Me pidieron que te pidiera la renuncia”, le transmitió el ministro de Salud, Jorge Lemus, a Luis Scervino, tal como adelantó ayer este diario. El cargo de superinten­dente de Servicios de Salud será ocupado por Sandro Taricco. Como número dos de Triaca irá Horacio Pitrau. Reemplazar­á a Ezequiel Sabor, un hombre de diálogo fluido con Luis Barrionuev­o y con el ministro de la Producción, Francisco Cabrera, quien lo había propuesto hace muchos años para su cargo en el Gobierno porteño.

Correr a dos hombres tan cercanos

a los gremios y designar a sucesores que llegan con la premisa de tener

un comportami­ento más hostil aparecen como las nuevas señales de Macri hacia los conductore­s de la CGT. Hay quienes creen ver detrás de estas modificaci­ones una lógica similar a la que dominó la salida de Alfonso Prat-Gay. A aquel primer cimbronazo le siguieron otros. ¿ Será igual ahora? “No hay un plan, pero puede haber más modificaci­ones. Tal vez no sean hoy o mañana, pero no las descartamo­s. Así hemos gobernado estos veinte meses. Que nadie se sorprenda”, dijo ayer por la tarde una altísima fuente de la Casa Rosada. Esos cambios se darían “en el mundo del trabajo”, acotó la fuente, aunque no está en duda la continuida­d de Triaca: “Está más firme que nunca”. Macri maldice por lo bajo que los referentes sindicales no entiendan lo que para él constituye “una oportunida­d histórica”. Se los dijo apenas asumió la presidenci­a. Les propuso una relación que no se basara en ser leales o enemigos -como ocurría en la era K- sino en discutir acuerdos que se pudieran sostener en el tiempo, pese a las diferencia­s. “Si es sí, díganme sí. Si es no, díganme no. No me hagan lo que le hacían antes para negociar. No me digan que está todo bien cuando vienen a Olivos y después dicen todo lo contrario cuando están afuera. Doble discur

so, conmigo, no”, les pidió. El Presidente cree haber cumplido su parte: consigna la devolución de los Fondos de Redistribu­ción Solidaria, la mejora de Ganancias y la reparación histórica para los jubilados, que la CGT había incluido en su agenda social.

Uno de sus principale­s funcionari­os remarca que al Gobierno “lo quisieron condiciona­r desde el primer día porque no era peronista” y que el tono amigable de Macri pudo haberlos hecho creer que no iba a ejercer un liderazgo fuerte. “No lo conocen. Macri no llegó al poder. Siempre estuvo en el poder”, dice un hombre que de poder sabe bastante.

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Presidente de la Nación, Mauricio Macri.

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