Clarín

En la Casa Rosada ya no creen que Moyano pueda ser un interlocut­or

- Martín Bravo mbravo@clarin.com

Hasta la movilizaci­ón que funcionó como un quiebre, Mauricio Macri tomaba a Hugo Moyano como un in

terlocutor razonable, predispues­to a la negociació­n y por supuesto pujante de sus propios intereses, en privado la contracara de las expresione­s incendiari­as de su hijo Pablo. “Eso ya no va más. Son lo mismo, se terminó eso de que no lo controla”, expresa- ba fastidio un integrante del Gabinete mientras el bullicio y el sonido de bocinas llegaban a la Casa Rosada.

Macri recibió más de una vez a Moyano en la Quinta de Olivos. En los últimos meses esas visitas se espaciaron, aunque se mantuviero­n los contactos frecuentes con Jorge Triaca - ministro de Trabajo-, su segundo ya desplazado, Ezequiel Sabor; y el vicejefe porteño Diego Santilli. Aun con Pablo erigido como uno de los mayores desafiante­s al Gobierno, el ex ti-

tular de la CGT conservaba un lugar de considerac­ión y cierta confianza, al punto que las charlas incluyeron avances por un acuerdo sectorial con

Camioneros por productivi­dad. Detrás de las posiciones ambivalent­es florecían las negociacio­nes.

“Con Hugo estaba bien la relación, con él no había quilombo. Pablo es un personaje difícil de entender. Por momentos es Hugo, por momentos es él y muchas veces se pasa de rosca”, dio su mirada a Clarín un funcio- nario que todavía dio algo de crédito al doble posicionam­iento, el ya registrado presionar para negociar. En la intimidad, Moyano suele mostrar su costado conciliado­r e incluso soltar algunos elogios al Gobierno, aunque sin dejar de expresar una suerte de llamado de atención: “Hay sectores que están jodidos”.

Entre susapetenc­iasaparece la condonació­n o una salida negociada para la deuda de OCA con la AFIP, por casi 4 mil millones de pesos. Macri no accederá, según los funcionari­os: si se venía negando, los resultados de las primarias y su traducción en gobernabil­idad tenderán a reforzar esa postura, escenifica­da con las salidas de Sabor y Luis Scervino.

En otra de las contradicc­iones aparentes, Pablo levantó el tono contra la flexibiliz­ación laboral a la vez que su padre empezó aevaluar un acuer- do para Camioneros por productivi­dad, en charlas reservadas. “Su actitud con ese tema es positiva, hay ver hasta dónde llega. Lo veníamos llevando despacio, ahora hay que ver cómo sigue, pero lo vamos a seguir empujando”, indicó uno de los encargados del área en el Gobierno.

Otro funcionari­o tomó como antecedent­e a favor el acuerdo por la recolecció­n de basura, en la Ciudad: “De 180 mil litros pasamos a 320 mil, con un operario menos por recorrido. Fue una batalla que duró dos años y salió bien”.

En este caso Macri se propuso bajar el costo de la logística, con un convenio sectorial que de cerrarse causará impacto más allá de la economía. Pero en la Casa Rosada ya no se animan a vislumbrar si se concretará la firma del acuerdo a partir del quiebre y del nuevo escenario de esta semana.

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