La “grieta” llega a Nueva York, también con la estatua de Colón
Un sector la asocia con el “genocidio” de los indios y la quiere sacar. Los ítaloamericanos prometen movilizarse.
Ya fueron removidos monumentos de líderes confederados que apoyaron la esclavitud
La polémica sobre los símbolos confederados y racistas en Estados Unidos tras unas resistidas declaraciones de Donald Trump ahora alcanza la figura de Cristóbal Colón. En Nueva York, ha surgido un debate sobre si su estatua debe o no ser eliminada de una conocida plaza, alimentando aún más la división creciente o “grieta” en este país entre los partidarios del presidente y sus críticos.
“Colón debe quedarse”, defendió ayer la aspirante republicana a la Alcaldía neoyorquina, Nicole Malliotakis, la última personalidad en sumarse a la discusión porque hay quienes asocian la figura del navegante genovés con el “genocidio” de las culturas originarias. En particular, los críticos al célebre marino se encuentran entre los polemistas de origen centroamericano.
La controversia llega después de que las autoridades locales anunciaran que van a poner en marcha una revisión de los posibles “símbolos de odio” ubicados en espacios públicos de la ciudad, tras los incidentes registrados en Charlottesville (Virginia) y el debate generado en todo el país, luego de que Trump no cuestionara abiertamente la prédica racista de supremacistas blancos y de grupos nazis como el tristemente célebre Ku Klux Klan (KKK).
Durante la era kirchnerista, también hubo un debate en Buenos Aires por la estatua de Colón, ubicada a las espaldas de la Casa Rosada. Bajo el argumento de que representaba el sojuzgamiento y exterminio europeo a los pueblos autóctonos, la presidente Cristina Kirchner la reemplazó por la de Juana Azurduy. El tema llegó a la justicia y finalmente Colón fue trasladado a un predio especial ante el Río de la Plata, en la Costanera.
En Nueva York, la presidenta del Concejo municipal, Melissa Mark Viverito, reclama que el monumento a Colón sea retirado. “Es una figura controvertida para muchos de nosotros, particularmente para aquellos que vienen del Caribe”, indicó, provocando una ola de reacciones. El concejal Jumaane Williams, que representa a un distrito de Brooklyn, apoya quitar la estatua.
El gigantesco monumento a Colón da nombre al popular sector Columbus Circle, donde se ubica uno de los famosos hoteles de Trump y una de las estaciones del metro más conocidas de la ciudad. La estatua fue un regalo en 1892 de inmigrantes italoamericanos y figuras de esa comunidad han salido en su defensa.
El presidente de la Comisión para la Justicia Social del estado de Nueva York, John Fratta, aseguró que los italoamericanos se movilizarán para evitar la retirada del monumento. El alcalde Bill de Blasio, de raíces ita- lianas y que marcha cada año en el desfile del Columbus Day, también ha reconocido en el pasado que Colón es “una figura complicada”, pero por ahora ha preferido no opinar.
De Blasio indicó que pronto anun- ciará los integrantes de una comisión que revisará las estatuas de la ciudad y que deberá presentar un informe en 90 días. Aludió así a que, tras los incidentes raciales en Virginia, varias zonas del país comenzaron a eliminar estatuas de líderes confederados, que apoyaban la permanencia de la esclavitud, entre ellas, las de general Robert E. Lee. Otros han demandado cambiar los nombres de calles que reconocen a figuras de la Confederación. La intención del Ayuntamiento es identificar y eliminar monumentos que se considere que sugieren odio, división, racismo, antisemitismo o que son contrarios a los valores de la Gran Manzana.