Acido crítico del régimen cubano
En 1970, Jorge Edwards llegó a Cuba para reabrir relaciones diplomáticas con Chile –rotas 7 años antes-, en calidad de diplomático, por encargo del gobierno de Salvador Allende. Pero sus críticas al régimen derivaron en su expulsión de la isla, unos meses después, por decreto del propio Fidel, que lo declaró “persona non grata” y le valió la antipatía de la izquierda. En aquella experiencia basó el chileno su obra Persona
non grata, de 1973, por la que todavía se lo recuerda. Se había convertido, así, en el primer intelectual que Castro expulsaba de Cuba. Más cerca en el tiempo, Edwards ha dedicado diversos ensayos al líder cubano fallecido en 2016 –dos de ellos se incluyen en
Prosas infiltradas, publicado en España en abril por editorial Rei- no de Cordelia-. El escritor considera “nefasta” la influencia de Castro en América latina, y como “una fascinación colectiva muy rara” el magnetismo que generaba el régimen cubano, al que adhirieron el francés Jean-Paul Sartre, el argentino Julio Cortázar (“un ingenuo total”, según juzgó Edwards, en un diálogo reciente con la agencia AFP) y el colombiano Gabriel García Márquez (“un mundano e hipócrita”), entre otros intelectuales. “El héroe de mi generación terminó convirtiéndose en un personaje anacrónico, patético -escribió en un ensayo titulado Dejar de ser leyenda y dejar de ser-. La muerte anticipada del régimen cubano anunciaba la muerte inevitable, para muchos inverosímil, de su símbolo y su leyenda. el comandante en jefe.”