Argentina en el IICA: cooperación para el desarrollo
La candidatura del gobierno argentino a la Dirección General del IICA, el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, organismo hemisférico con sede en San José de Costa Rica, y el decidido apoyo de los ministerios de Agroindustria y de Relaciones Exteriores para el éxito de esa postulación, expresan de manera inequívoca la voluntad de la administración del presidente Mauricio Macri de “volver al mundo” tras una década de aislamiento, y la convicción que de esa participación para mitigar problemas globales la Argentina se beneficia por doble vía, aportando y adquiriendo conocimiento y recibiendo los frutos de esa cooperación, una vía clave para el fortalecimiento de nuestras relaciones internacionales. Con 75 años de historia, el IICA es el mejor aliado y el socio estratégico de los países americanos en la promoción del desarrollo agrícola y el bienestar rural, actuando con el objetivo de alcanzar una agricultura com-
petitiva, socialmente inclusiva, ambientalmente responsable, y que genere oportunidades para garantizar la seguridad alimen
taria y reducir la pobreza. La posibilidad de alcanzar esas metas está ineludiblemente vinculada a una concepción actualizada de la formulación y la ejecución de políticas públicas para el desarrollo.
La apuesta de la Argentina por liderar el IICA llega en un momento justo y apropiado, que encuentra al país al inicio de una etapa de modernización y a la institución del sistema interamericano en un camino de búsqueda de un renovado modelo de cooperación técnica, con características salientes como la interactividad, la multidimensión, basado en procesos, que tenga como beneficiarios a consorcios de dos o más países, que actúe mancomunado con otras instituciones de los sectores público y privado. En suma, que sirva para reposicionarlo de cara a un nuevo escenario. En un mundo convulsionado, incierto y complejo, to- dos los desafíos derivados de la población creciente, las pérdidas de biodiversidad, el uso de energías renovables, el impacto del cambio climático, ponen como nunca a la agricultura en el centro de las atenciones. Cuando hablamos de crisis humanitarias, de hambrunas y de migraciones masivas, entre otros graves problemas globales, estamos hablando también de problemas no resueltos en zonas rurales.
Que la agricultura sea parte de la soluciones para estos males depende en gran medida de una modernización en la gestión de la cooperación técnica, la gran responsabilidad que debe asumir el IICA en esta hora, como institución especializada en temas de agricultura y desarrollo rural, dejando de lado el modelo de más de lo mismo. Estamos ante una enorme oportunidad para que nuestra América se posicione como un actor clave frente a los desafíos de la seguridad alimentaria y de la sostenibilidad ambiental global.