Clarín

Todavía hay variantes por probar

- Enrique Gastañaga egastanaga@clarin.com

Ya los futbolista­s y el entrenador tienen la cancha bien marcada por la dirigencia con un fuerte tirón de orejas y un elocuente mensaje: Diego Aguirre sigue, pero con una daga filosa amenazando la continuida­d de su ciclo “partido por partido”. Ahora es el momento de expresarse con la pelota. La gran incógnita es cómo hará San Lorenzo para reaccionar en el juego. ¿Debe sostener idea, esquema e individual­idades? ¿O es el momento de patear el tablero?

Aceptada por la misma dirigencia la falta de dos refuerzos de jerarquía de tres cuartos de cancha hacia delante, con un abanico de alternativ­as que no es tan amplio como en 2016 y a pesar de una epidemia de bajos rendimient­os individual­es, aún hay muchas variantes que no se probaron.

El dibujo que aplica Aguirre (4-1-4-1 o 4-2-3-1) cada vez parece menos consistent­e para esta realidad de San Lorenzo. Deja demasiado aislado a Blandi.

Es lógico que el “9” sufra en soledad si caminan muy lejos de sus versiones ideales el principal talento en la elaboració­n (Belluschi) y las piezas pensadas para desbordar (Cerutti, Merlini). El panorama se oscurece todavía más si los marcadores laterales en el último tramo de la cancha no son especialis­tas en profundiza­r y en clarificar (tal vez Salazar pueda serlo, pero está adaptándos­e). La complejida­d del escenario se acentúa si se repara en la ausencia de Ortigoza: inclusive en nivel regular, el Gordo sostenía la pelota y administra­ba los tiempos. Ahora, sin él, San Lorenzo la pierde rápido y no lastima por afuera ni por adentro.

¿Puede ser la solución un 4-4-2? ¿Por qué no? Un ejemplo: Blandi arriba con un rapidito libre (como Cerutti) o con otro “9” (como Reniero, el pibe que ilu- siona). En ese marco y para este momento delicado, parece más apto como volante central el experiment­ado y equilibrad­o Mercier que el generoso pero desordenad­o e impreciso Mussis. Podría Belluschi moverse como volante derecho, con Alexis Castro adentro, junto al “5”, y un medio externo izquierdo (Merlini, Gudiño, Barrios, Conechny). O Belluschi por adentro y dos de esos eléctricos por las bandas. ¿No hay espacio para oxigenar la elaboració­n con Quignón? Si no se apela a Romagnoli en el cuarto de hora final de un partido intrincado para un equipo vacío de capacidad de reflexión, ¿es lógico que ocupe un lugar en el banco?

Nadie mejor que el entrenador conoce cómo se encuentra cada futbolista. Además, no existen las verdades absolutas en este juego de la pelota. Todo es discutible. Todo vale. Eso sí, a este San Lorenzo de Diego Aguirre todavía le quedan muchas variantes para probar, aunque hoy nada le sobre.

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