Tormentas y arcoiris
En un programa fascinante, el gran pianista inglés intercaló sonatas de Sciarrino y Scarlatti.
tores orquestales descarga en el piano una fuerza inusitada. La música vuelve a un estadio salvajemente táctil, aunque por cierto esto no excluye las técnicas de toque más desarrolladas (todo siempre dentro del teclado: no hay técnicas extendidas en el piano de Sciarrino), y el más refinado uso de los pedales.
Sciarrino barre todo el teclado, pe- ro tiene preferencia por los registros extremos, que reitera una y otra vez como un modo de delimitar el campo en el que transcurre la obra, lo que se hace particularmente evidente en la Sonata N°2, que Hodges presentó al comienzo del programa. Por momentos da la sensación de que esa delimitación del espacio funcionase como el lienzo de un pintor, y la composición llega a su fin cuando la superficie ya encuentra suficientemente saturada.
Sciarrino compone con grupos o ráfagas de notas. Los pocos sonidos aislados las deja sobre todo para los finales (invariablemente sutiles) y para algunas escasas transiciones, ya que no hay una clara articulación en secciones en las sonatas de Sciarrino. Serían, en todo caso, sonatas monotemáticas, como un gesto que se desarrolla hasta agotarse. Hodges desarrolla esa extraordinaria travesía con una resistencia conmovedora y un refinamiento milimétrico.