Clarín

El misterio de esas cosas que tanto queremos

- Alberto Amato alberamato@gmail.com

Es una casita con techo a dos aguas de tejas coloradas, con una ventana con cortinas primorosas que esconden, más que guardan, los secretos domésticos. Mide unos doce centíme- tros de alto, está hecha con un material basto que ni con todo su amor roza la cerámica, con su puerta abierta y una chimenea ahora inútil. Por la puerta abierta se colocaba el cigarrillo en descanso, por la chimenea salía el humo trenzado y azul del fumador. El cenicero perteneció a mi padre y es hoy uno de mis objetos más queridos y mejor conservado­s. Soportó y resistió a lo largo de más de setenta años, mudanzas, derrapes y patinadas, olvidos y rescates; eso que, con cierto decoro, llamamos las vueltas de la vida.

Es uno de los objetos que más quiero, que no son muchos, entre los que sobreviven un adoquín porteño y una baya de avellano que alcé de Santa Ágata, la casa de Giuseppe Verdi vecina a Parma. Los objetos que rodean la intimidad son una pasión acaso indefinida. Su sola presencia hace aflorar sentimient­os ocultos, extraviado­s en el fárrago del vértigo. Incluso han escrito ya su propia historia, han hecho su propio camino. Tanto, que ya terminamos por no saber si de verdad son nuestros, o si ya nos hicieron suyos y de alguna forma moldean los nutridos recuerdos del pasado y las escasas certezas del futuro. ¿Cuáles son nuestros objetos íntimos ¿Qué hacer con ellos si es cierto que estamos hechos de ellos? Perdurarán acaso para sumarse a las pequeñas cosas que dejemos en consignaci­ón eterna y que acaso no alcancen nunca la entrañable jerarquía de la casita. El resto es misterio, que los objetos también tienen los suyos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina