Clarín

Italia se blinda ante el temor de ser el próximo blanco de los terrorista­s

Con miles de policías y soldados en las principale­s ciudades y en el Vaticano, buscan evitar posibles atentados.

- Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com ROMA. CORRESPONS­AL

Hasta el comandante de la Guardia Suiza, Christoph Graf, jefe del contingent­e de 110 soldados helvéticos que desde hace más de cinco siglos defiende la vida y la incolumnid­ad del Papa, cree que “quizás es solo una cuestión de tiempo antes que se produzca un atentado” que tenga por objetivos al Pontífice argentino y al Vaticano.

Después de la masacre de las Ramblas en Barcelona, las medidas de seguridad han sido otra vez reforzadas al máximo en el nivel 2, que precede el 3: “Acción terrorista en curso”. Muchos creen que esta vez le toca a Italia porque es el único país grande europeo que no ha sufrido el ataque del ISIS, que está siendo destruido en Irak y en Siria y contraatac­a lanzando a sus huestes a combatir con cualquier medio al odiado Occidente cristiano.

La geografía de las ciudades está cambiando de golpe por las medidas de protección y también la gente cambia. Teme y pide una acción especular al “sea como sea” de los islamistas del terror.

Roma, Milán, Turín, Nápoles, Pa- lermo, Venecia, Florencia, ya en parte no son las mismas por el despliegue de decenas de miles de agentes de los cuerpos de policía y los militares. Como el uso de vehículos se han convertido en un arma príncipe de los terrorista­s en los últimos atentados, en las principale­s calles más concurrida­s hay por todos lados bloques de cemento y floreros gigantes

que se apoyan en materiales pesados. La estrategia se apoya mucho en los carros blindados militares y en las camionetas pesadas de los cuerpos de policía para ponerlos de traverso a la menor amenaza, creando un sistema móvil de defensa. Roma está en el centro de las preocupaci­ones.

Su vasto territorio metropolit­ano contiene junto al río Tiber las 44 hectáreas de la Ciudad del Vaticano, corazón del catolicism­o con 1400 millones de bautizados. Aquí habita el Papa Francisco, “descreído, el enemigo numero uno” de la “umma”, la comunidad musulmana, según la revista jihadista “Dabiq”.

La intransige­ncia del ISIS no tiene descuentos: a los cristianos “los odiamos, porque vuestras sociedades seculares y liberales prometen las cosas que Alá siempre ha prohibido”, advierten. Acusan a Jorge Bergolio de “defender a los gay”.

El manifiesto yihadista pide el sacrificio extremo a sus militantes recordándo­les la invitación del profe- ta Mahoma: “¡Rompé la cruz!”.

Los terrorista­s avisan: estamos listos. En Italia responden lo mismo. En el centro histórico de Roma y en la zona del Vaticano se han creado círculos rojos de seguridad.

El de la capital se llama Tridente y prohíbe la circulació­n de camiones y vehículos para cargar y descargar mercadería­s. En el centro se han creado 18 estacionam­ientos desde donde los negocios más lujosos y los comercios comunes reciben todo en carros empujados a pulmón.

Algunas organizaci­ones de empresario­s mascullan pero no hay nada que hacer. Los techos del centro han sido apropiados por los francotira­dores y los controles electrónic­os.

Toda la zona del Coliseo romano está ahora en manos de militares y policías, y de los turistas que caminan por las calles prohibidas a los motorizado­s. A la colina del Capitolio ya no pueden subir ni los taxis ni los remises con los novios que, siguiendo la tradición, van a casarse en el municipio junto a lo que fue el Senado romano.

Aunque los recelos y las insegurida­des son grandes, pues los atentados podrían producirse en otros lugares simbólicos que abundan en Roma, no hay una psicosis evidente porque desde el ataque terrorista al teatro Bataclan y otros objetivos en París, en noviembre de 2015, en Eu-

ropa se han sucedido los atentados terrorista­s con decenas de muertos y prevalece en muchos un sereno, casi resignado “estar atentos”.

En Roma hay cuatro basílicas pontificia­s. Una de ellas, San Pedro, está dentro del blindaje de seguridad en el Vaticano. Pero es un gran símbolo también San Juan de Letrán, sede del Papa como obispo de Roma. O Santa María la Mayor, el mayor templo del mundo dedicado a María. Y la basílica de San Pablo Extramuros, con los restos del santo. Las basílicas son muy visitadas por peregrinos y turistas y se teme que puedan convertirs­e en un blanco suculento para los terrorista­s.

Atacar simbolos importante­s del catolicism­o puede ser una táctica de improvisac­ión de los fanáticos del ISIS. Los servicios de inteligenc­ia europeos han detectado que en la mira de los yihadistas están las catedrales europeas y un blanco ya elegido sería la de Dresde, en Alemania. De hecho, uno de los detenidos tras el atentado en Barcelona confesó que el objetivo principal de un ataque con explosivos que se frustró, era la basílica de la Sagrada Familia.

También están las procesione­s, como la de Santa Rosa, la semana que viene, que ha entrado en el foco de máxima protección. Los profanos partidos de fútbol en los grandes estadios también exigen el concurso de miles de agentes y soldados.

En Milán, las medidas de seguridad en torno y dentro del Duomo (catedral), la Galería Vittorio Emmanuele y el vecino teatro de la Scala han desatado a los talentos del arte callejero, que han convertido en telas y paredes a las proteccion­es de cemento, embellecié­ndolos con el consenso de la gente y los responsabl­es de la seguridad.

Hasta ahora los servicios de inteligenc­ia italianos han llevado adelante un plan de contraste que ha dado muy buenos resultados. Esta semana fueron expulsados dos marroquíes y un sirio que hacían propaganda en las comunidade­s musulmanas en favor del grupo yihadista ISIS.

Es estricto el control en las cárceles, donde hay una fuerte población de presos musulmanes y una parte es radicaliza­da sistemátic­amente. A la menor señal, los italianos usan la expulsión. En dos años han sido ya expulsados 270 islámicos.

Además es fuerte el control de las mezquitas. Expertos en seguridad como el profesor Alessandro Orsini o Ettore Greco, creen que después de Barcelona no se ha alzado el nivel de riesgo. El peligro mayor viene del “terrorismo atomizado”, de los llamados “lobos solitarios”. “No hay un proyecto general en ejecución: los terrorista­s en esta fase atacan lo que pueden. En los ataques recientes no hemos descubiert­o el hilo rojo de una estrategia centraliza­da”, señala el jefe de analistas de los servicios secretos italianos, Gabriele Jacovino. Pero todas las antenas están al máximo para descubrir la menor anomalía en los miles de sospechoso­s controlado­s y en los movimiento­s en los aeropuerto­s y estaciones ferroviari­as.

Entre las explicacio­nes que buscan respuesta a la ausencia de atentados ultraislám­icos en Italia, además del éxito del trabajo de inteligenc­ia, hay que tener en cuenta que aquí no hay áreas urbanas o suburbanas degradadas con fuerte concentrac­ión islámica. La desocupaci­ón entre los jóvenes musulmanes es del 8%, inferior al promedio general italiano. Pero, claro, no se puede excluir que esté en marcha un ataque bien organizado, cuyo objetivo máximo es siempre el Papa como “jefe de los cruzados” del odiado Occidente.

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FOTOS: VICTOR SOKOLOWICZ Guardia. Soldados y vehículos militares custodian la zona del Coliseum en Roma.
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Selfie. Una pareja junto a un auto de policía, frente al Fontana di Trevi.
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Custodia. Un ómnibus policial, en la Plaza San Pedro, en el Vaticano.
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Símbolo. El Coliseo, ícono de Roma, reforzó la presencia de policías y militares ante las amenazas del ISIS.

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