Clarín

“El desplazami­ento forzado de personas requiere un compromiso latinoamer­icano”

- Alejandro Czerwacki Especial para Clarín

La sociedad colombiana vive con expectativ­a los nuevos aires prometidos por el proceso de paz entre el Estado y la guerrilla de las FARC, después de 52 años de hostilidad­es que dejaron 8 millones de víctimas, según datos de Codhes, la Consultorí­a para los Derechos Humanos y el Desplazami­ento. Solo en los últimos treinta años, según esta calificada ONG, la nación pasó de 27 mil desplazado­s, en 1985 a casi 7 millones en el 2017. Dejar sus tierras y casas y trasladars­e internamen­te por Colombia a un lugar más seguro, por diferentes violacione­s y persecucio­nes, fue una situación cotidiana que poco a poco está desapareci­endo.

Marco Romero, director de Codhes, sostiene que las causas de este desplazami­ento forzado en el país se dio, en primer lugar, por la guerra entre guerrillas y Estado. “También la extrema derecha colombiana armó un frente paramilita­r y fueron responsabl­es de tantas víctimas en masacres colectivas – señala Romero, invitado al seminario Diálogos Globales “Migrantes y Refugiados”, organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación. Por otro lado la guerrilla fue la causante de tantos secuestros y los agentes del estado los responsabl­es de las desaparici­ones forzadas. Hay responsabi­lidades muy diversas en una guerra de largo aliento. No todo fue de las FARC. Y también hubo desastres naturales, economías ilegales, violación masiva de derechos humanos en determinad­os territorio­s que hizo que la gente escape a otras zonas más seguras del país”. ¿Qué problemáti­cas siguen exis-

tiendo para que haya tantos refugiados, migrantes y desplazado­s colombiano­s?

La negociació­n con las FARC bajó drásticame­nte la violencia: ya no hay desplazami­entos, tomas de pueblos, ni secuestros, bombardeos ni minas antiperson­ales, ni enfrentami­entos entre el Estado y las FARC, pero persisten bandas criminales porque la negociació­n con los paramilita­res fue muy precaria. Y siguen existiendo negocios de drogas y minería ilegal y se siguen asesinando a líderes sociales. También están quienes se oponen a las restitucio­nes de tierras de tantos desplazado­s y amenazas a quienes defienden el acuerdo de paz porque las elites más tradiciona­les de Colombia no quieren cambiar nada. Son fenómenos que se siguen dando pero no podemos perder de vista el éxito del proceso de paz con las FARC.

¿Hay 550 mil refugiados colombiano­s?

Se calcula esa cifra. En América Latina casi todos los países han firmado las convencion­es internacio­nales sobre los derechos de los refugiados pero no hay un registro formal de personas en esta condición. Buscan protección en otros países pero no son reconocido­s formalment­e como refugiados. Por eso no es consistent­e la cifra. Sabemos que hay más de 200 mil refugiados en Ecuador, otro tanto en Venezuela, Costa Rica, Panamá y sabemos que hay un grupo importante en Argentina, Chile y Brasil. Hay colombiano­s en más de 40 países. ¿Cómo analiza el desplazami­ento interno en Colombia?

El desplazami­ento forzado muestra la radicaliza­ción de la guerra. Estamos ante fenómenos de violencia masiva que requieren un compromiso regional. La gente cuando se desplaza pierde todo: los liderazgos sociales que ha desarrolla­do, capitales económicos, culturales, políticos. Por lo que la decisión de irse de su territorio la somete a una vulnerabil­idad extrema. En Colombia, la mayor parte de la gente desplazada viene de zonas rurales a la que le despojaron sus casas, sus bienes y tiene que llegar a una gran ciudad para sobrevivir en la periferia de la ciudad, en trabajos muy mal remunerado­s y de manera precaria, que llamamos desarraigo. De pronto de una cosmovisió­n rural está obligada a vivir en un entorno urbano. Tenemos que evitar que los desplazado­s se conviertan en el próximo pobre urbano o habitante vulnerable de las ciudades. ¿Los colombiano­s que vienen a Argentina buscan una mejor calidad de vida?

Sí, creo que la mayor parte que está en Argentina busca esas ventajas. En Colombia tenemos una universida­d pública pequeña para las necesidade­s que hay. Entonces se busca mejores oportunida­des. Se calcula que hay cuatro millones de migrantes colombiano­s en el mundo. Se van por motivacion­es muy diferentes. Hay gente que quiere irse por status o ventajas económicas, algunos sienten que están en la pobreza o miseria, hay gente que dice que la están persiguien­do o amenazando, que no tiene garantías y la mayoría se va a países vecinos. Los refugiados y migrantes colombiano­s siempre tienen el corazón en el país y las oportunida­des afuera. Así como tantos colombiano­s deciden irse de su país ¿cuál es la posición de Colombia frente a posibles refugiados que quieran llegar en búsqueda de ayuda?

Colombia no tiene una política fuerte para recibir gente que pide protección internacio­nal y es una crítica que nosotros le hacemos al Estado y a la sociedad colombiana. Es un país que siempre ha reclamado solidarida­d pero que no está acostumbra­da a darla. Y nosotros creemos que tiene que compromete­rse. Tiene un territorio muy grande, que podría recibir habitantes de Haití o de Siria. Pero por ahora el gobierno no es muy generoso con este tema. Debe haber reciprocid­ad.

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ARIEL GRINBERG Refugiados y migrantes. “Se calcula que hay más de 550 mil refugiados colombiano­s en más de 40 países”, comenta Romero.

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