“Manspreading”: el irritante hábito masculino de sentarse con las piernas muy abiertas
Invaden los asientos vecinos e incomodan a otros pasajeros. Los especialistas dicen que es por machismo. En ciudades como Nueva York o Madrid hacen campañas para combatir esta costumbre. Y en Buenos Aires analizan lanzar una en el subte.
Es una conducta tan naturalizada, que pocos reparan en que es muy molesta para los demás. Como es típica
mente masculina, fue bautizada "manspreading". En español, hombre extendiéndose, desparramándose. Se trata del hábito de sentarse en el transporte público con las piernas tan separadas que ocupan más de un asiento. Ocurre en ciudades de todo el mundo y también en Buenos Ai
res, donde Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) ya hizo un video al res- pecto como parte de su campaña para mejorar la convivencia bajo tierra. Hace dos años, la actriz Helen Mi
rren fue fotografiada viajando en el metro neoyorquino. En The Tonight Show, Jimmy Fallon le mostró la imagen y ella señaló: "El hombre sentado a mi lado está haciendo esa clásica cosa del 'manspreading'. Los hombres hacen eso. ¡Lo hacen en el teatro!". El entrevistador acotó: "Es una cosa nueva". Y ella lo corrigió: "No, siempre lo han hecho, nada más que ahora se le puso un nombre. Lo hacen en los aviones, en los trenes. Es tan irritante".
Un año antes, la Federación de Transporte de Nueva York había lanzado una campaña contra este mal hábito, con carteles advirtiendo: "Du
de, stop the spread. Es una cuestión de espacio". Y hace dos meses, la Empresa Municipal de Transportes de Madrid -ciudad donde lo llaman "des
patarre masculino"- puso un pictograma en los autobuses en el que se ve a un varón con sus piernas abiertas y una cruz roja de prohibición. Un hombre ocupando el espacio
de dos en un asiento alargado de la línea B o C. Mujeres que se repliegan todo lo que pueden, mientras que sus
vecinos de asiento avanzan sobre sus lugares en los angostos asientos de las líneas A,D o H. Las escenas son cotidianas también en Buenos Aires, sobre todo en el subte.
En Metrovías explican que esta actitud se traslada desde la superficie
al subterráneo y responde a una cuestión cultural. En Sbase afirman que, junto a la Secretaría de Cultura Ciudadana del Gobierno porteño, están considerando incluir la temática del manspreading en la campaña para mejorar los hábitos en el subte. Mientras, la empresa estatal difundió por sus redes sociales un video donde, en clave de humor, se muestra la lucha de una chica para sentarse entre dos varones demasiado expansivos. "¿Cuántas minas hacen lo mismo con el bolso?", cuestiona un hombre que lo vio en Instagram.
"La conducta de la mujer con su bolso no es análoga, porque no ocupa el espacio con su cuerpo", diferencia el psiquiatra Enrique Stola. ¿Por qué los hombres se sientan así? El especialista en género sentencia: "No hay ningún motivo biológico ni ana
tómico que fundamente esa invasión del espacio con la expansión del cuerpo masculino".
"Viajo a diario en la línea B. Casi siempre, cuando se te sienta un hombre al lado, abre las piernas y te obliga a correrte. Y encima cuando te movés, abre todavía más las piernas e igual terminás apretujada", se queja Martina Fernández, una pasajera.
Para Stola, el manspreading es un indicador de machismo: "En todas las sociedades el espacio público está or-
El mandato es de autocontrol para las niñas y de expansión para los niños. Esto está relacionado con el ejercicio de dominación masculina”. Enrique Stola (psiquiatra)
ganizado por la forma de ver el mundo de los hombres. En el proceso de socialización hay un mandato de autocontrol del cuerpo para las niñas y de expansión y conquista para los niños. Esto está directamente relacionado con el ejercicio de la dominación masculina. Cuerpos machistas que sólo buscan que los sirvan y su comodidad sin tener en cuenta las necesidades de quienes lo rodean, especialmente si son mujeres o integrantes del colectivo LGTB".
"Es algo que hacés sin darte cuenta, no lo registrás -cuenta Paolo, usuario de la línea A-. No es con mala in
tención. Cuando hay gente parada, si me doy cuenta de que estoy ocupando mucho espacio cierro las piernas".
"Es una falta de consideración hacia los demás y un uso abusivo del espacio público -analiza la abogada Natalia Gherardi, directora del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género-. Y tiene que ver con cómo se plan
ta el propio cuerpo en ese espacio. Las mujeres solemos hacernos más pequeñas. La forma 'adecuada' de sentarse de una señorita se supone que es con las piernas cruzadas recatadamente. El estereotipo de género del varón, en cambio, es dominante. Se planta firme y ocupa el lugar".
La titular de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (CONSAVIG), Perla Prigoshin, coincide en que los varones se adueñan del espacio público."Las mujeres, en cambio, somos de reducirnos y casi de pasar desapercibidas, tratando de no molestar. A esto lo fuimos aprendiendo con dolor, como una forma de supervivencia".
Cuando un hombre sufre la expansión de otro, suele reaccionar. "¿Qué querés? ¿Sentarte vos solo?”, increpó un señor mayor a otro de la misma edad, una tarde en la línea B. En otra ocasión, un caballero muy atildado le pidió a un "manspreader" que le haga lugar en un asiento alargado de un vagón Mitsubishi. "Acá entran ocho japoneses educados", le comentó con un guiño a la pasajera que tenía a su lado, después de sentarse ocupando el espacio justo y necesario.
"Si un varón tiene las piernas abiertas como si sus testículos fueran de cristal y se sienta a su lado un congénere, seguramente los dos van a reacomodarse para no molestarse entre sí -observa Stola-. En cambio, si la que se sienta es una mujer, el movimiento de los cuerpos es diferente. Y, en general, ellas no dicen nada sabiendo quién ejerce el poder territorial".
"No podemos ir con leyes punitivistas, como poner multas -dice Prigoshin-. Parto de la buena fe de los varones: se sientan así porque no registran que nos perjudican o perturban. Las campañas de concientización son la única forma de cambiar el patriarcado. Sirven como un toc toc en la frente que a las mujeres les dice 'A todas les está pasando lo mismo', y a los hombres que hay un espacio determinado y que todos y todas deberíamos tener el derecho de estar medianamente confortables. Y más de uno va a empezar a mirar cómo pone las piernas cuando se sienta".