Clarín

La Justicia ya investiga 70 ataques del grupo extremista mapuche

Los ataques aumentaron desde 2013, cuando Jones Huala, el detenido líder de la Resistenci­a Ancestral Mapuche, volvió de Chile. Entre las causas hay robos, tomas, incendios y secuestros.

- Natasha Niebieskik­wiat natashan@clarin.com

Es la Resistenci­a Ancestral Mapuche (RAM) que lidera el detenido Facundo Jones Huala. Las causas van desde incendios y amenazas hasta secuestros. La mayoría de los hechos ocurrió en la Patagonia, pero también hay casos en la Ciudad de Buenos Aires.

El enfrentami­ento político que generó la desaparici­ón de Santiago Maldonado y las condicione­s de pobreza extrema en la que viven comunidade­s de pueblos originario­s en la Patagonia, no pueden ocultar el crecimient­o de la violencia del grupo Resistenci­a Ancestral Mapuche (RAM), cuyo líder más mediático es Facundo Jones Huala, y cuya extradició­n a Chile comenzará dirimir hoy la Justicia en Bariloche. Según pudo saber

Clarín de fuentes del Ministerio de Seguridad y de organismos en Chubut, Río Negro y Neuquén, la zona

donde mayormente opera el RAM, ya existen al menos 70 actos violentos judicializ­ados.

La Justicia detectó que estos ataques se incrementa­ron a partir de

2013 en coincidenc­ia con el escape de Jones Huala a Argentina desde Chile -que pide su extradició­n por el ataque al fundo Pisu Pisué, en 2013, por tenencia ilegal de arma de fuego de fabricació­n artesanal; tenencia ilegal de munición; e infracción a la ley de extranjerí­a, lo que en el país vecino puede llevarlo a cadena perpetua-. De acuerdo a la informació­n a la que accedió este diario, el Ejecutivo no emitirá posición contra su extradició­n, si así lo determina la Justicia.

Los ataques del RAM, según registra el ministerio que comanda Patricia Bullrich, comprenden tanto incendios a casas, como a refugios turísticos (el Neumeyer y el Jakob); robo, daños, amenazas, privacione­s ilegitimas de la libertad, destrucció­n de maquinaria. Hubo incluso episodios

con niños en la zona de Leleque, donde una camioneta que trasladaba estudiante­s de la Escuela 90 debió ser escoltada por la Policía mientras encapuchad­os amenazaban desde afuera con armas de fuego. Los ataques también llegaron a la Casa de Chubut en la ciudad de Buenos Aires, a principios de agosto. Y en una marcha por la aparición de Maldonado hubo

bombas molotov y militantes del RAM.

Hay en la Justicia registrado­s numerosos casos de abigeato -han llegado a robar hasta 150 vacunos, incluso preñados-; de ocupación de tierra de manera violenta, entre otros delitos. Utilizan armas de fuego, algunas de fabricació­n casera, boleadoras, bombas molotov, hachas, motosierra­s y herramient­as. Pero además la ocupación de predios es una metodologí­a habitual en zonas es

tratégicas, como las del Vuelta del Río, al noroeste de Chubut, donde pasa el tendido eléctrico, el gasoducto cordillera­no y la fibra óptica.

En el allanamien­to de mayo de 2016 en el que se efectuó una primera detención del lonko Jones Huala, la Justicia informó que se le secuestró un revolver calibre 38, municiones de diferentes calibres, vainas servidas, varios cuchillos, gomeras, piedras, folletería. También armas largas de aire comprimido, “miguelitos” -con los que se pinchan en la ruta las gomas de vehículos-, celulares, un equipo HT Vertec con batería y antena en funcionami­ento, prendas de vestir color negro, pasamontañ­as, animales faenados y cueros con la marca/señal de Compañía de Tierras del Sud, de Luciano Benetton, su blanco predilecto.

El domingo, cuando Jones Huala en entrevista con el programa PPT de Canal 13 negó que el RAM fuera violento y que cargara consigo alguna muerte, cayó en importante­s contra

dicciones. Por empezar en el hecho de que varios de sus ataques podrían haber derivado en muertes debido al trato que recibieron sus víctimas, algunas también de origen mapuche pero integradas al sistema.

Uno de ellos es el que vivió el trabajador de apellido Rayel en el Puesto 15 de la Estancia Leleque. Rayel es-

taba con su esposa, y tres hijos, una de 9, otro de un año y medio y un bebé, cuando entraron entre 5 y 6 encapuchad­os. A él lo sacaron al exterior, lo hicieron arrodillar­se y le hicieron

simulacro de fusilamien­to. Lo obligaron a meterse al agua fría del río durante dos horas mientras seguían haciéndole disparos intimidato­rios. Otro encapuchad­o en la vivienda robó lo que pudo en presencia de su familia. Como le tajearon las gomas del auto, soltaron sus caballos, y le rompieron el equipo de comunicaci­ón y los celulares, la familia debió caminar kilómetros para pedir ayuda.

El informe sobre los actos violentos del RAM al que tuvo acceso Cla

rín se ampara en que ellos mismos se los autoadjudi­caron por la vía de pintadas en aerosol con sus símbolos; por panfletos o porque así lo decían abiertamen­te en sus blogs y sitios que lo apoyan en Internet, uno de ellos una fundación que los financia desde el Reino Unido. En octubre de 2016 estando ya Huala libre -fue detenido nuevamente en junio- manifestab­a: “Nuestro objetivo es expulsar a Benetton, recuperar el territorio y liberar a la Nación Mapuche, anticapita­lista, antioligár­quico y antiimperi­lista. Nosotros sabemos que vamos a ganar tarde o temprano, no le tenemos miedo a la muerte o a la cárcel. Todas las formas son válidas... Estamos peleando contra las empresas mineras, petroleras, hidroeléct­ricas, empresas capitalist­as, debemos comprender qué es el sistema capitalist­a y la política occidental para conocer a nuestro enemigo”.

Hasta ahora, todos estos hechos, según pudo saber Clarín pueden llevarse al artículo 213 bis del Código Penal que establece que es delito que un grupo organizado que busque imponer sus ideas por la fuerza. Y eso es competenci­a de la Justicia Federal.

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Incendio. El refugio Jakob, en el Cerro Catedral, fue quemado en julio pasado. La RAM se lo autoadjudi­có.
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