Un autor vencido por sus fantasmas
Asentado en el universo de Roberto Arlt, el actor Diego Velázquez decidió llevar a escena, con dirección de Marilú Marini -quien debuta en ese rol-, el relato Escritor fracasado. Como en varios textos de Arlt, aquí también se paró de manos contra las convenciones sociales, culturales; y en este caso, literarias de su época.
En esos años, finales del ‘20 y principios de la década del ‘30 del siglo pa- sado, Arlt declaró que se consideraba uno de los pocos escritores que resistiría el paso de los años. No se equivocó. Y produjo Escritor... un dardo certero hacia el escriba que gestio- na pose, cáscara, mientras abandona la práctica del lenguaje con destino de obra.
Llevado a la forma del monólogo teatral, este relato despliega la trans- formación de alguien que fue un lúci- do creador, incluso tuvo éxito, pero con el tiempo se convirtió en una criatura abyecta.
El espectáculo tiende un puente al público permanentemente, lo interpela con referencias que van del pasado a la actualidad. En ese sentido es un espectáculo político, está plagado de referencias a un presente cínico. Por un lado, las formas del lenguaje actoral, más literario que coloquial, remiten a tiempos pasados; en otros momentos, se torna cotidiano. Por ejemplo, cuando se saca una selfie para remarcar su ego. Es decir, este modelo de intelectual arribista, que se declara protegido por los medios y recibe al espectador en calzoncillos, tiene una persistencia ciega que lo transforma en una constante en la historia de este país. De hecho comienza la obra con una escenografía a medio hacer y dice “nos pasó lo mismo que con la fachada del Cervantes. Se deja todo a medio hacer”.
Velázquez es uno de los actores im- portantes que tiene la escena porteña. En este unipersonal se luce por la variedad de recursos que pone en juego. No se ata sólo de texto, también aporta momentos coreográficos, y canta. Su personaje puede decir cómo se ligó a la clase obrera y al marxismo, y al instante salir a patear disidentes como fascista. O reivindicarse en una canción como “un hijo de puta”. Lo que nunca podrá es volver a escribir.
En Maniobras de evasión, libro promocionado en torno a la pregunta “¿Qué hace un escritor cuando no es
cribe?”, Pedro Mairal compartió una vivencia. Acababa de ganar un premio literario y recibió un correo de otro colega que decía: “Bienvenido a
la pecera de tiburones.” En torno a esa imagen, más cerca del revanchismo que el elogio, también podría dialogar esta versión de Escritor....