Clarín

Bienalsur Un museo a cielo abierto

Arrancó anoche con obras en espacios públicos..

- Ezequiel Viéitez evieitez@clarin.com

La Bienal Internacio­nal de Arte Contemporá­neo de América del Sur, BIENALSUR, está en marcha. Tras la apertura de su capítulo en Montevideo la semana pasada, anoche se realizó su primera conferenci­a en Buenos Aires, en el Museo Nacional de Bellas Artes. El eje fueron la obras que ya se pueden ver en espacios públicos de la ciudad, cerca de una decena. De aquí a fin de año se agregarán más acciones que prometen transforma­r el perfil urbano.

Clarín dialogó con artistas que exponen en las calles porteñas: la consagrada Marie Orensanz -de intenso trabajo en París y que presenta una obra en la Plaza Rubén Darío, a metros del Bellas Artes-, la artista de San Pablo (Brasil) Regina Silveira -su trabajo puede verse en las fachadas del Centro Cultural Recoleta y en el Parque de la Memoria- y el francés Bertrand Ivanoff, que sorprendió con el mural con el que está terminando de cubrir el Palais de Glace.

“El arte en espacios públicos está más cerca de su verdadera función: cambiar la percepción de las personas y hacer circular poéticas”, le dice a Clarín Silveira, artista visual que expuso en sedes de renombre como el Palacio de Cristal del Museo Reina Sofía español. Orensanz cree que en la calle “el público se apodera de la obra y le otorga nuevos significad­os más allá del artista”.

BIENALSUR tendrá actividad en 32 ciudades de 16 países, bajo la organizaci­ón de la Universida­d Nacional de Tres de Febrero y con auspicio de Re

vista Ñ, que en su edición de este sábado trae la guía completa de actividade­s. El acto oficial de inauguraci­ón será el 8 de septiembre. Pero en la ciudad ya se pueden recorrer varias instalacio­nes, como The Eye (El ojo): un gigantesco ojo grabado en video que mira desde la fachada del Museo de Arquitectu­ra, de la artista estadounid­ense Katie Urban.

También, una enorme viga en tono naranja que atraviesa las escalinata­s de la Facultad de Derecho, como un quiebre de su orden arquitectó­nico, intervenci­ón del artista portugués Pedro Cabrita Reis titulada La

línea de Buenos Aires. En el entorno del Museo de Arte Decorativo, además, está Le la tour du monde, de Joël Andrianome­arisoa.

Ivanoff está transforma­ndo la histórica fachada del Palais de Glace con rayas verticales y horizontal­es en co- lores naranja, azul, verde agua y rosa. En los próximos días se le agregarán luces de neón. Se llama Setenta y

tres cuarenta y nueve. Es una “anamorfosi­s”, una pintura que se ve conformada por líneas rectas desde un ángulo pero que, al caminar, se transforma cuando aparecen distorsion­es y curvas.

El artista, un crítico de las formas de consumo que tienden a la uniformida­d, explica el proyecto: “Desde el primer momento pensé que se trata

de un edificio muy neutral. Conviven muy cerca un parque, espacio para caminar tranquilam­ente, y la Avenida del Libertador, que es una autopista. Lo que vino a mi mente fue algo que no era simétrico en términos de circulació­n. De un lado es pedestre y del otro está lleno de velocidad. Súper ruidoso. La idea fue crear un sistema visual insoslayab­le a la vista que confirme que el edificio es una interfaz entre la historia de esta ciudad y su evolución; entre la hiperveloc­idad y la ausencia de velocidad”.

Consultado sobre el arte urbano, Ivanoff ofrece guiños para la comprensió­n: dice que a veces lo más naif puede contener la expresión más brutal y explica que la técnica de la anamorfosi­s permite hacer evidente en la imagen sólida de un edificio pliegues y ángulos ocultos. Todo un punto de vista sobre la realidad. Con el nombre de Touch (Toque), Regina Silveira instaló inmensas manos de color negro, en las que se ven, caladas, huellas digitales, que son reales. Se hicieron en vinilo y se adhirieron a las fachadas del Centro Cultural Recoleta y el Parque de la Memoria, pero también se verán en Rosario y San Juan. ¿Qué nos dicen esos

dedos gigantes? La creadora brasileña anticipa: “Puede ser un signo de ocupación, de identidad, de apropiació­n de las personas o de violencia... Con ellas, cambia el significad­o del edificio y lo aproxima a la poética del cuerpo”. Las sensacione­s, que movilizan, dependen de cada espectador.

En la Plaza Rubén Darío, Orensanz propone un recorrido alrededor de doce agujas de reloj. Se hicieron en acero inoxidable espejado y tienen entre dos y cuatro metros de altura. La instalació­n se titula Más allá del tiempo. La artista explica que “todos somos víctimas del tiempo”, sin tener plena conciencia de él. “Me interesa que la gente se detenga un momento allí. Somos víctimas del tiempo, pero también nos podemos apropiar de él”, dice. Una invitación a mirarse en un espejo diferente.

 ?? GERARDO DELL’ ORO ?? Sí, es el Palais de Glace. El edificio fue intervenid­o por Bertrand Ivanoff y ya hubo polémica.
GERARDO DELL’ ORO Sí, es el Palais de Glace. El edificio fue intervenid­o por Bertrand Ivanoff y ya hubo polémica.
 ??  ?? Ineludible. La obra de Pedro Cabrita Reis en la Facultad de Derecho.
Ineludible. La obra de Pedro Cabrita Reis en la Facultad de Derecho.
 ?? BIENALSUR MARTIN BONETTO ?? Ojito. La estadounid­ense Katie Urban y una proyección en el MARQ.
BIENALSUR MARTIN BONETTO Ojito. La estadounid­ense Katie Urban y una proyección en el MARQ.
 ??  ?? Tiempo. Marie Orensanz, con agujas de reloj a metros del Bellas Artes.
Tiempo. Marie Orensanz, con agujas de reloj a metros del Bellas Artes.
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 ?? MARTIN BONETTO ?? Unas manos encima. El Recoleta y el trabajo de la brasileña Regina Silveira: para interpreta­r.
MARTIN BONETTO Unas manos encima. El Recoleta y el trabajo de la brasileña Regina Silveira: para interpreta­r.
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BIENALSUR

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