Las Heras, una avenida de leyendas
Entre torres de departamentos convencionales, el edificio se impone con sus ventanales de arcos en punta y otras evocaciones –lejanas– de Notre Dame. Pero esto no es París, si no avenida Las Heras 2214, Capital. Y aunque uno sepa que esa mole alberga un anexo de la Facultad de Ingeniería de la UBA, igual, invita a curiosear.
Es que “la catedral” –como la llamaban ya en la década de 1910, cuando arrancó su construcción–, cobijó, entre vitrales de cuento y muchí- simas palomas, marchas, contramarchas y chismes. Incluso mitos, ya desarticulados.
Se dijo, por ejemplo, que su arquitecto e ingeniero, el uruguayo Arturo Prins (1877-1939), se había equivocado en los cálculos. “La tontera de que el edificio no soportaría ni el peso de los revoques”, como recordó a Clarín el arquitecto Eduardo Scagliotti, asesor de la UBA.
Sin embargo, las investigaciones fueron claras. Prins –quien trabajó en la reforma de la Iglesia San Nicolás de Bari demolida en 1939 para trazar la 9 de Julio y fue miembro fundador de la Academia Nacional de Bellas Artes– ganó en 1909 el concurso de la UBA para construir en el predio la sede de otra Facultad, la de Derecho. Había presentado un proyecto estilo Luis XIV pero le pidieron que tuviera rasgos neogóticos, como los que quedaron.
Estudió más. En 1912 puso la piedra fundacional. Hizo construir un caserón en Las Heras 2166, para que los capataces que había traído del interior tuvieran dónde dormir. Pero tras estallar la Primera Guerra Mundial (1914-8), todo se complicó. Cayeron las importaciones. Y, con crisis internas en ciernes, los gastos se redujeron al punto de que en 1938 la obra fue suspendida: quedó prácticamente por la mitad.
Desde antes se rumoreaba que Prins, devastado, se había suicidado. Es cierto que puso mucho. Se comprobó que aprovecharon hasta las sobras de los ladrillos. “Quizá influyó en su estado anímico, pero su deceso fue el sanatorio Podestá, rodeado por sus afectos”, aclaró Scagliotti.
Un año después levantarían la Facultad de Derecho en Figueroa Alcorta y en 1948 cederían el espacio de Las Heras a la de Ingeniería.
La avenida, en el tramo que va entre el 1800 y el 2500, conserva otros edificios clave. Entre ellos, la Biblioteca Nacional (1961), monumento al “brutalismo”, estilo que nació en los 50 y que se caracteriza por exhibir estructuras de hormigón trabajadas, en parte, como esculturas. Y el Colegio de Escribanos (1997), otro ícono de la vanguardia local. En sentidos distintos a la de Prins, obras que son también de leyenda.