Millonario en sólo un año y medio
Hernán Muriale dirigió Pinamar sólo durante un año y medio, tras la expulsión de Blas Altieri en 2013.
Fue intendente de Pinamar en 2013. Le descubrieron empresas, edificios y 74 caballos de carrera.
De haber tenido algún problema con la Justicia en sus comienzos, cuando recién ponía un pie en la función pública, el trámite hubiera sido mucho menos engorroso que ahora.
Es que en ese momento Hernán Muriale sólo tendría que haber abierto la puerta del dos ambientes donde vivía en Ostende y entregarles a los
oficiales las llaves de su viejo Ford
Falcon: era todo lo que tenía. Incluso algunos aseguran que su patrimonio era menor, porque el departa
mento lo alquilaba. El operativo quizás podría haber alcanzado también la facturación de la venta de celulares con la que se ganaba la vida.
Aunque nada de eso ocurrió, porque entonces no pesaba una sola denuncia en su contra.
Desde entonces su ascenso en el poder municipal de Pinamar fue vertiginoso, tanto como la acumulación de denuncias y causas judiciales que ahora enfrenta: el miércoles, cuando lo allanaron por enriquecimiento ilícito, la Justicia le cayó con cien órdenes de allanamiento. Sólo fue intendente un año y medio. Hernán Muriale llegó a la intendencia de Pinamar tras la destitución
del alcalde histórico, Blas Altieri, expulsado por decenas de irregularidades que había cometido durante en su quinta y última intendencia, que ganó en 2011 yendo en la boleta de Cristina Fernández de Kirchner.
Muriale, que ya había sido director de compras de la Comuna, entonces era el primer concejal del oficialismo y de pronto se encontró en el sillón del intendente. Duró poco. Renunció acorralado por denuncias de corrup
ción en agosto de 2014. Ese año la Justicia recibió la denuncia que esta semana cobró impulso como nunca hasta ahora: el fiscal debió pedir la colaboración de la Gendarmería para realizar una cuantiosa serie de allanamientos simultáneos en Neuquén y Buenos Aires. Fuentes de la Justicia confiaron a
Clarín que ya detectaron en el caso “inconsistencias patrimoniales importantes”.
En Pinamar, Valeria del Mar y en San Martín de los Andes, agentes de las DDI montaron operativos en las propiedades atribuidas a Muriale y a sus supuestos testaferros, inmuebles que suman millones de pesos. “Son dueños de edificios completos, de complejos de dúplex, de una constructora y entre otras propiedades de un complejo de cabañas en Chapelco, en un barrio privado que está sobre la pista de esquí”, contó a Clarín el concejal Lucas Ventoso, que llevó el caso a la Justicia. Según el legislador, en un lapso breve Muriale se hizo “multi-archi-millonario”.
Fueron allanadas su casa, la de su padre, las unidades de un complejo de dúplex y de un fideicomiso. Y en busca de valores y documentación se hizo un procedimiento en las oficinas del contador de Muriale (un ex funcionario también procesado). También en una caja de seguridad del Banco de la Provincia de Buenos Aires que está a nombre del padre de Muriale y la esposa, Paula Pitblado: allí había unos 40 mil dólares y varias escrituras.
“Se allanó y está en proceso de tasación todo lo que este hombre hizo cuando pasó por la política. Qué tiene, cuánto tiene, ya lo sabremos exactamente. Es muchísimo. La Justicia determinará cómo fue que lo hizo y cuáles fueron las maniobras de lavado de dinero que ejecutó y con quiénes”, explicó Ventoso.
Los allanamientos los pidió el fiscal de Pinamar, Juan Pablo Calderón, que dirigió el que se llevó adelante en el exclusivo complejo Villa Las Len
gas, en las montañas de San Martín de los Andes, en una zona conocida como Las Pendientes. Calderón pidió al juez de Garantías Diego Olivera Zapiola, del Partido de La Costa, la inhibición general de los bienes de Muriale. Pero no la ha concedido.
“Es grave, porque de a poco puede ir desprendiéndose de inmuebles, podría estar insolventándose. De hecho, ya vendió un complejo de dúplex”, asegura el denunciante.
En el caso trabaja un equipo especial de la Procuración bonaerense dedicado a los delitos económicos. Otra pata la lleva la AFIP, que comenzó investigando a un monotributista. Y personal de Tasación de la Nación, para determinar qué suman Muriale y los suyos.
Muriale renunció a la intendencia cuando estaba a punto de ser interpelado por barrer por completo un
médano con máquinas municipales para levantar un edificio frente al mar, un hotel en Valería del Mar, maniobra a manos de un fideicomiso que integraban su esposa, uno de los hijos del intendente Blas Altieri, Javier, más el hijo del director de planeamiento Mario Ugartemendia, Gonzalo, y Silvia Agostini, esposa del secretario de Acción Social Juan Santoiani.
Los concejales lo iban a interpelar un jueves, pero él les ganó de mano: renunció el lunes.
Ahora la fiscalía también procura especialistas para tasar bienes que atraviesan una pasión del ex intendente, aunque también un enorme negocio: los caballos purasangre. Porque Muriale es dueño de 74 caballos de carrera.
“Abruma sólo pensar cuánto cuesta mantenerlos”, dijo una fuente.
Y nada les ha faltado a los potros: de hecho, algunos han sido exitosos y se destacaron, como “Elektro Jack” - en Pinamar se conoce bien su historia-, que pasó del último puesto al primero en una atropellada inolvidable y se quedó con el “Dos Mil Guineas” en el Hipódromo de San Isidro.
Pero a su dueño el premio se le fue de las manos tan vertiginosamente como su intendencia: había jugado sucio y quedó al descubierto. Se lo retiraron porque el caballo corrió dopado.