Clarín

Gils Carbó y el viejo truco de culpar a otros

Ricardo Roa

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Copia a De Vido y dice: yo no fui. Fue Bellingi el de las coimas, al que empleó como experto en transparen­cia.

Gils Carbó hizo la Gran De Vido. Imputada por la compra irregular del edificio de la Procuració­n en Perón al 600, declaró ante el juez y admitió que hubo coimas aunque, claro, sin llamarlas coimas. Y descargó sus culpas y se las cargó todas a Guillermo Bellingi, un funcionari­o que ella misma había llevado como segundo aunque, claro, también sin llamarlo segundo.

Todas las culpas, no: una parte se las endosó a funcionari­os de carrera que según dijo aprobaron lo que Bellingi hizo. Yo no fui, fue otro o el otro. Pero el problema no es un sólo problema: con un puesto especial y dependenci­a directa de ella, Bellingi circulaba por la Procuració­n con chapa de Gils Carbó. Y esos funcionari­os le contaron al juez y al fiscal otra cosa. Que habían objetado trámites de la compra y que Bellingi siempre alegaba que cumplía “órdenes de Gils Carbó”.

Esta historia despierta el 28 de diciembre del 2013. Ese día cerca de fin de año Gils Carbó decidió extrañamen­te dar de baja la compra de otro edificio que había sido licitada y adjudicada antes de que ella asumiera. Apenas tres meses después llamó a una nueva licitación. Y puso como condición que no se pagarían comisiones. La promesa quedó sólo en el pliego: un intermedia­rio cobró un millón de dólares. El intermedia­rio es hermano de Bellingi. Está probado que la licitación fue hecha a medida de ese negociado.

Bellingi y su hermano y los de la empresa vendedora y de la inmobiliar­ia que intervino se negaron a declarar. Carbó explicó que había tomado a Bellingi porque tenía “un impresiona­nte curriculum” en “transparen­cia en licitacion­es”. Menos mal. ¿Qué hubiera sido sin esa experienci­a? Bellingi armó la licitación con coima armada y Carbó lo ascendió a subdirecto­r de la Procelac, que se encarga de controlar el lavado de dinero. Parece un chiste pero no lo es.

Más sobre Bellingi: trabaja con Florencia Santout en la Facultad de Periodismo de La Plata. Santout es la misma que premió a Hugo Chávez por “su aporte a la comunicaci­ón y a la democracia” y que hoy es candidata de Cristina Kirchner. La Procurador­a Carbó, que ha sido y aún es un sostén de la impunidad cristinist­a, dijo que a Bellingi se lo recomendó José Sbatella, que hace mucho fue candidato a intendente de La Plata con Ubaldini para gobernador. Sacaron menos del 1% de los votos.

Sbatella que tiene cara y tiene porte de militar fue el soldado que Cristina puso al frente de la UIF para atajar las denuncias de corrupción. Cumplió y cómo: no investigó ni a Ciccone ni a los Schoklende­r y tuvo cinco años cajoneada informació­n sobre Lázaro Báez. Damiana Alonso, hija de Carbó, trabajó con él.

La escuela de De Vido ha hecho escuela. Se trata de negar todo. Yo no sé, no tengo nada que ver. En su muy preparada declaració­n, Carbó admitió que visitó el edificio de la calle Perón un mes antes de que se llamara a licitación. Sabía que el fiscal sabía de esa visita y quiso anticipars­e a una pregunta incómoda. Era el edificio que quería comprar y que se compró con coimas. Sería un milagro que logre evitar el procesamie­nto.

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Ricardo Roa rroa@clarin.com

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