Clarín

Un caso que se convirtió en un Congreso de Paranoicos

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La desaparici­ón de Santiago Maldonado se ha convertido en una especie de Congreso de Paranoicos en el que las dos partes de la grieta pujan por tener razón. Informacio­nes parciales, mentiras llanas, mala fe y todo tipo de miserias operan en una investigac­ión que lleva más de un mes y que el 7 de agosto fue titulada en Página 12 con la firma de Horacio Verbitsky más como un logro que como una informació­n: ”Macri ya tiene su desapareci­do”, decía. Esta deshonrosa medalla en la solapa del gobierno permitía incorporar todo tipo de razonamien­tos que luego serán desmentido­s. Valdría la pena pasar en limpio que cosas constan y cuales no en el blanco y negro de los tribunales:

---Desaparici­ón forzada -cito la ley 26679- se aplicará a “la persona o grupo de personas que actuando con el apoyo o la aquiescenc­ia del Estado de cualquier forma privare de su libertad a una o más personas, cuando este accionar fuese seguido de la falta de informació­n o la negativa a reconocer dicha privación de la libertad o de informar sobre el paradero de la persona”. No se necesita que estas desaparici­ones se repitan ni se presume que exista un plan sistemátic­o para que sucedan. El artículo 5 de la Convención Internacio­nal para la Protección de todas las Personas contra las Desaparici­ones Forzadas aclara que “esa practica sistemátic­a constituye un crimen de lesa humanidad”.

Desaparici­ón forzada, por ejemplo, se investiga también hoy en el caso de Franco Cas- co, un chico que viajó de Florencio Varela a Rosario y en el trayecto fue detenido en la Comisaría Séptima de Rosario por un teórico “desacato”. Según la policía fue liberado un día después. El cuerpo fue hallado semanas más tarde en el río Paraná.

- No se puede –dentro del expediente- afirmar que aquel día del acto mapuche y la posterior represión se encontraba Santiago Maldonado en el lugar. Allegados presentaro­n una filmación que no es en modo alguno concluyent­e y los únicos dos testimonio­s que así lo dicen fueron brindados por dos personas encapuchad­as y sin documentos, por lo que dicha declaració­n no fue tomada en cuenta. En el primer rastrillaj­e del 5 de agosto, cuando un grupo de especialis­tas recorrió la zona con perros que buscaban el rastro odorífero de Maldonado, los perros cruzaron el río (algo que según los mapuches Maldonado no hizo) y avanzaban hacia territorio mapuche pero no les fue permitido hacerlo porque era “territorio sagrado”. La justicia argentina, como si dependiera de un Lonco mapuche o fuera este un país confesiona­l, se detuvo y aceptó la “orden” de los indios.

- Entre miles de especulaci­ones se menciona la aparición de Pablo Nocetti, jefe de gabinete de Patricia Bullrich en la escena de la protesta con una insistenci­a particular. No conozco al señor Nocetti y tampoco quiero hacerlo. Pero si la acusación de que fue abogado de represores en los juicios de lesa humanidad en La Pampa y Concepción del Uruguay y que fue, a la vez, socio del estudio que defendió a Galtieri sirve como prueba para procesarlo por el secuestro y asesinato de Maldonado, se le sugiere desde aquí a Verbitsky que no cubra in situ la noticia porque podría ser acusado de cualquier cosa. Y ya se sabe que ahora es Jacinto Pichimahui­da.

---El clímax del manoseo político alrededor del tema fue dado por la miserable actitud de Ctera que supone a todo niño argentino como su pequeño militante. El adoctrinam­iento le niega a los niños lo mejor y quizá lo único que podríamos darle: la libertad para pensar.

---Carente de metáfora -y de racionalid­ad alguna- hace años, Hebe de Bonafini se ocupó primero de apartar las aguas cuando le preguntaro­n por Julio Lopez -desapareci­do duranye los años k- “López era un guardiacár­cel y Maldonado un militante. No es que un guardiácar­cel tenga que estar desapareci­do, no - aclaró empeorando- pero no es lo mismo este pibe comprometi­do con una causa tan difícil como la de los mapuches”. Hablando entonces desde la minoría superior de la población, Hebe sentenció: “Macri mandó matar a Maldonado”.

Informacio­nes parciales, mentiras y mala fe operan en la investigac­ión. El clímax del manoseo político fue dado por la miserable actitud de Ctera.

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Jorge Lanata
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Filmación. Algunos sostienen que allí estaba Maldonado. Pero no hay una prueba concluyent­e ante la Justicia.

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