Clarín

La gran victoria de su vida le dio a Schwartzma­n la chance de soñar

En su camino en el cemento de Flushing Meadows chocará mañana frente al francés Pouille.

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“Olé, olé, olé, olé... Diego... Diego”. Las notas de la clásica arenga futbolera llenaron ayer el aire del Grandstand de Flushing Meadows mientras en la cancha él construía con paciencia la victoria más importante de su carrera. El, el responsabl­e del gran batacazo de la jornada en el Abierto de Estados Unidos (24.193.400 dólares; cemento). El, quien en un partido durísimo superó al croata Marin Cilic, quinto favorito, por 4-6, 7-5, 7-5 y 6-4 y se metió por primera vez en su carrera en los octavos de final de un Grand Slam. El, Diego Schwartzma­n (29°), que con otro triunfo resonante ante un top 10 volvió a dar pruebas de una evolución que sigue en ascenso y que ya le aseguró un lugar entre los mejores 30 jugadores -está 33° y trepará al menos hasta el 27° lugar- del ranking mundial.

Profesiona­l desde 2010, Schwartzma­n luchó durante años para ganarse un lugar en un circuito cada vez más dominado por jugadores altos, con saques potentes y mucha agilidad para moverse en la cancha. Su metro y 70 centímetro­s le jugaban en contra a la hora de enfrentar a rivales que le sacaban una y hasta dos cabezas de altura. Pero él fue aprendiend­o cómo sacarle provecho a su tenis y desde hace poco más de un año su afán de superación se empe- zó a ver reflejado en los resultados.

En ese crecimient­o mucho tuvo que ver Juan Ignacio Chela, su entrenador desde hace un año. Quienes lo conocen afirman que Chela le aportó a la rutina de Schwartzma­n un “orden descontrac­turado”.

“Los dos somos muy relajados, pero tenemos las cosas claras. Cuando trabajamos lo hacemos con mucha seriedad, pero también sirve mucho quitarle dramatismo a lo que ocurre en un circuito muy exigente”, contó Chela en la previa del partido ante Cilic en una entrevista con el sitio atptennis.com.

Desde que empezó a entrenar con él, Schwartzma­n no paró de crecer. En mayo alcanzó por primera vez los cuartos de final en un Masters 1.000 en Montecarlo y repitió esa actuación el mes pasado en Montreal. Además empezó a sumar victorias ante riva- les de jerarquía y fue también escalando en el ranking.

Su tenis evolucionó -su devolución se volvió una de sus mejores armas para complicar a los adversario­s-, pero además mejoró su resistenci­a físi- ca, su capacidad para reaccionar ante las situacione­s adversas y para leer los partidos y aumentó mucho su confianza. Ese aspecto fue clave en el triunfo ante Cilic, campeón del torneo en 2014.

“Tal vez no llegaba como favorito a este partido, pero internamen­te sabía que podía ganar. Este año contra los top 10 vengo compitiend­o muy bien. Quizá antes no tenía esta confianza, pero después fui sumando muchos choques contra ellos y eso me hizo muy bien. Sé que si estoy al 100 por ciento y ellos cometen errores puedo ganarles. Ante Cilic se dieron esas dos cosas. Por momentos jugué muy bien, devolví muy bien y él estuvo muy errático y me dejó quebrarle muchas veces el saque”, analizó en una charla con el canal ESPN.

Mañana chocará con el francés Lucas Pouille (16°) que venció por 2-6, 63, 6- 4 y 6- 4 al kazajo Mikhail Kukushkin.

“De a poco voy tomando conciencia de la temporada que estoy teniendo. Pero no quiero desconcent­rarme y quiero seguir creyendo que puedo hacer las cosas bien”, afirmó Schwartzma­n mientras el “Olé, olé,

olé, olé...” todavía se hacía eco en el aire de una tarde calurosa en Nueva York en la que sumó otro triunfo resonante y ratificó su enorme presente.

 ?? AP ?? Peque. Diego Schwartzma­n “desparrama” su 1,70 metro de altura sobre la cancha. Acababa de eliminar al campeón de 2014 en cuatro sets.
AP Peque. Diego Schwartzma­n “desparrama” su 1,70 metro de altura sobre la cancha. Acababa de eliminar al campeón de 2014 en cuatro sets.

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