Clarín

Vocación política y pasión por la familia y el fútbol

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Su carrera arrancó oficialmen­te con una desgracia. Joaquín Uñac, su padre, conocido como “Coco”, dueño de la principal ferreteria de Pocitos e histórico afiliado al PJ, dio el salto a la política en 1995 cuando se presentó, y fue electo, intendente del pueblo. En 1999 lo reeligiero­n, pero no pudo completar su segundo mandato: murió de cáncer el 15 de enero de 2003. Sergio Uñac, su segundo hijo varón, se desempeñab­a hasta ahí como asesor legal de la Municipali­dad. Una de las primeras decisiones del sucesor de su padre fue echarlo. Pero a fines de ese año, Sergio Uñac se presentó como candidato a intendente. Ganó, pero por un punto: la diferencia a su favor fue de apenas 250 votos. “Ni yo lo podía creer”, recuerda . En la elección municipal siguiente, en 2005, su lista ganó por paliza: cosechó el apoyo del 70% de los vecinos.

Desde Pocitos se proyectó a toda la provincia. En 2007 fue reelecto como intendente y, con su impulso, su hermano Rubén, 6 años mayor, fue electo vicegobern­ador de José Luis Gioja.

Cuatro años después, el propio Sergio Uñac fue electo vice de Gioja. En 2015 alcanzó la gobernació­n. En un caracterís­tico manejo peronista del poder, este año bloqueó a Gioja, que pretendía presentars­e como candidato a senador. Y puso a un dirigente de máxima confianza: su propio hermano Rubén.

La ferretería de la familia ya no existe y él ya no vive en el pueblo. Pero su vínculo con el lugar continúa intacto: su madre, de 78 años, aún vive en Pocitos. El reside en la capital sanjuanina, en una casa ubicada a 7 cuadras de la gobernació­n y que le pertenece (la residencia oficial está desocupada).

Está casado con Silvana Rodríguez, una compañera de la Facultad de Derecho con la que se puso de novio cuando tenía 21 años. Dice que no tiene problemas para desenchufa­rse: tiene en su casa un pequeño gimnasio y por las noches, antes de acostarse, hace ejercicios. En los veranos se dedica a su verdadero hobby, que es el ciclismo de ruta: “Salgo una o dos horas, durante la siesta”. También juega al fútbol con un equipo que armó cuando estaba en la Legislatur­a. “Siempre gana mi equipo, pero por casualidad no por otra cosa”, ríe. Aunque se dice que el poder también se sufre, Uñac lo niega. “Siempre hay momentos de complicaci­ones a la hora de tomar decisiones y a veces te duele, pero no creo que haya que definir eso como un sufrimient­o”. -¿Su padre habrá vislumbrad­o hasta dónde llegaría en política?, quiere saber Clarín. -Supongo que sí, por lo menos es lo que me dijo alguna gente después de que él había fallecido. Lo único que él llego a ver de mi carrera política fue cuando gané una interna y fui electo presidente del PJ de mi departamen­to.

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