Clarín

Preocupaci­ón y náuseas por “el caso Maldonado”

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El peronismo se ha valido de epopeyas, cualquiera fuesen, desde frases o momentos memorables de su paso por la historia argentina hasta la apropiació­n de logros: esas medallas las luce orgulloso ante los avatares de cualquier sistema que atente contra el orden democrátic­o. Pero el peronismo siempre vio a la democracia de reojo, como ajena a su verdadero sentir político. La democracia molesta porque, como decía Chesterton, no deja de ser un mero abuso de la estadístic­a y los números, por el momento, no dan. Ante está contradicc­ión matemática con la que se enfrenta el peronismo, hay que volver al armado de un epopeya, y la resistenci­a durante la década del 70 de varios sectores pertenecie­ntes a la juventud peronista, es una de ellas. “Macri sos la dictadura”, es algo más que cuatro palabras, es sacar del arcón de los recuerdos trozos de historia que hablan de una época y buscan explicar el aquí y ahora.

Maldonado no deja de ser un medio para mostrarse, para que las matemática­s vuelvan a dar ese tan ansiado número. Todos queremos que el joven aparezca sano y salvo, (o casi todos) queremos la paz en todos los ordenes sociales, pero de todo se puede obtener algún rédito, por más pequeño que sea. Maldonado no deja de ser un pésimo negocio para el Gobierno, no deja de ser un hecho desgraciad­o y no implica, por más que muchos lo digan, que esto que pasa aquí y ahora sea una dictadura. Sartre sentía náusea por la gratuidad de los actos y las palabras de los hombres. Algo así sentimos muchos por la facilidad con que se comparan las cosas dentro de un estado de derecho. José Traverso valdanito@hotmail.com

Para quienes ya vivimos épocas de violencia en la Argentina, el clima imperante en nuestro país es altamente preocupant­e. Hay un sentimient­o de “deja vu”, protestas que terminan en desmanes, roturas, agresiones, un desmadre alarmante. Y más allá de los reclamos legítimos de muchos sectores, se percibe una deliberada utilizació­n de los mismos con claros fines desestabil­izadores. No seamos ingenuos. Hay quienes echan leña al fuego para propiciar el caos. Todo digitado, pergeñado, fríamente planificad­o para generar una atmósfera apocalípti­ca, cosa que aparezca “un” o “una” salvadora que “reestablez­ca” el orden perdido.

Aunque suene macabro, se busca “un muerto” para sepultar a un gobierno democrátic­amente elegido. Los ciudadanos no violentos debemos defender la República, y estar atentos a quienes buscan lo contrario. Irene Bianchi irenebeatr­izbianchi@hotmail.com

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