Clarín

Macri apuesta por la economía y Cristina se aferra a Maldonado

- fgonzalez@clarin.com Fernando Gonzalez

Hace 41 días que desapareci­ó Santiago Maldonado. Faltan 41 días para las elecciones de octubre. Esos son los dos hechos que obsesionan a la Argentina, el país dramático por excelencia. Y aunque el Gobierno y la oposición debieran estrechar fuerzas para encontrar al jo

ven lo antes posible, los senderos se bifurcan para unos y para otros. Mauricio Macri intentará que sea la expectativ­a económica la que decida el resultado electoral. Y Cristina Kirchner ya ha apostado todo su esfuerzo a que la falta de resolución del caso Maldonado complique lo suficiente al Frente Cambiemos como para hacerle perder el impulso ganador que cosechó en las PASO del 13 de agosto. Una fecha que quedó muy lejana.

Es que los roles se han invertido. Antes de las PASO era el Gobierno el que buscaba que la economía pasara desapercib­ida. La inflación todavía era demasiado alta. El repunte del empleo lucía insignific­ante. Y el consumo era casi una quimera para muchos de los habitantes de los sectores medios y bajos. La bandera electoral de Cambiemos terminó siendo la apuesta al futuro. Sus buenos resultados electorale­s en Capital, en Córdoba, en Mendoza. Sus triunfos inesperado­s en La Pampa, San Luis o Neuquén. Y sus derrotas mínimas en Buenos Aires y en Santa Fe fueron el resultado exitoso de una tarea de convencimi­ento sobre una sociedad agobiada. El mapa electoral provisorio de agosto transmitió una idea que al oficialism­o le funcionó perfecto: lo mejor, en términos económicos, estaba por venir. A los estrategas de la Casa Rosada les quedó claro que en los dos meses siguientes debían mantener esa sensación para el 22 de octubre.

Es interesant­e analizar los números de las primeras encuestas con vistas a la elección legislativ­a. Varios de los sondeos mencionado­s en diferentes artículos de Clarín muestran que el Frente Cambiemos podría ampliar su

ventaja sobre la oposición en una decena de provincias importante­s. Y que podría vencer al kirchneris­mo en el emblemátic­o territorio bonaerense. Está claro que son estudios que reflejan la sensación triunfalis­ta y provisoria de las primeras semanas posteriore­s a las PASO.

El medidor de Humor Social del Grupo de Opinión Pública, uno de los que consultan algunos funcionari­os del Gobierno, señala que todos los índices de percepción económica mejoraron notoriamen­te en el mes de agosto. La expectativ­a inflaciona­ria bajó varios puntos. Los mismos ciudadanos que pensaban mayoritari­amente que les iba a ir peor el año próximo, ahora creen que les va a ir mejor. Y un cambio idéntico se registra en la decisión de consumo (que creció un 8%) y en la capacidad de ahorro, que estiman un poco más holgada. Son estadístic­as que hablan de una sensación personal positiva y que va en línea con el repunte de las cifras macroeconó­micas clásicas: la suba del crecimient­o; la baja del índice de precios y la mejora del empleo en la construcci­ón y en sectores industrial­es.

Por eso es que el discurso de Macri, de sus ministros, de María Eugenia Vidal y de los candidatos a lo largo del país se mantiene constantem­ente dentro del corralito econó-

mico. Hablan de obra pública y de emprendimi­ento. De créditos hipotecari­os y de préstamos para el consumo. Allí van, tratando de prolongar como sea la nube optimista que les dejó el primer examen electoral.

Pero la medición del GOP, como muchos de los otros sondeos, también señala una advertenci­a. El 90% de los encuestado­s conoce perfectame­nte las instancias de la desaparici­ón de Maldonado y casi un 60% opina que el Estado no ha hecho lo suficiente para poder en

contrarlo. Ese reclamo va para el lado del Gobierno y Cristina lo ha registrado de inmediato. Toda su estrategia de campaña va en la dirección de mostrar a Macri como un presidente despreocup­ado de los derechos humanos y lo suficiente­mente capaz de planificar la desaparici­ón de una persona en plena democracia. Parece excesivo pero el temor del kirchneris­mo a perder influencia política lo ha llevado a aferrarse sin traumas del caso Maldonado.

Con esa idea no sólo ha alineado a sus dirigentes políticos y a sus candidatos. Los jueces y fiscales que militan en sus filas trabajan con el mismo objetivo. Opera sobre organizaci­ones como la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, Amnistía Internacio­nal o la ONG amiga del Centro de Estudios Legales y Sociales para promover en el país y fronteras

afuera que el Gobierno actual mantiene un sesgo ideológico y político afín al de la dictadura militar. Y son tan eficaces en esa tarea que algunos incautos terminan subidos a ese tren demencial.

Sólo el resultado de la elección de octubre dirá quién pudo más a la hora de convencer a los argentinos. Si Macri logra repetir a su favor el voto a futuro que comenzó a consolidar­se en las PASO. O si Cristina consigue quebrar esa tendencia en la Provincia poniendo en crisis la credibilid­ad política del Gobierno con la deuda pendiente del caso Maldonado. Nada sería más saludable para el rumbo del país adolescent­e que Santiago apareciera. Y que pudiera disfrutar entre los suyos de los placeres simples de la vida. Tan lejanos a las urgencias de quienes se obsesionan con la aventura breve del poder.

El temor del kirchneris­mo a perder influencia política lo ha llevado a aferrarse sin traumas del caso Maldonado.

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