Clarín

El “beso del adiós” de Cassini: se despide la nave que retrató los anillos de Saturno

Lanzada hace 20 años, fue clave para resolver misterios del planeta y buscar alguna forma de vida. Hoy iniciará su último vuelo y el viernes quedará destruida al atravesar la atmósfera.

- Marcelo Bellucci mbellucci@clarin.com

El primero en obtener una vista parcial de Saturno fue el astrónomo italiano Galileo Galilei. En 1610, a través de un telescopio de 8 aumentos, lo percibió envuelto por un extraño apéndice, similar a dos asas. Casi 50 años más tarde, el holandés Christiaan Huygens, observó que el planeta estaba circundado por un anillo plano y delgado. En 1675 el franco-italiano Jean-Dominique Cassini descubrió una división entre los anillos A y B. Lo que ninguno de estos próceres soñó es que un orbitador que les rinde tributo lograría resistir 13 años merodeando por los contornos de este gigante gaseoso. La última trave-

sía de Cassini será esta semana, cuando finalmente, durante el “beso de despedida”, quede retenida eternament­e en la composició­n química de hidrógeno y helio.

La nave no tripulada Cassini que contenía a la sonda Huygens, fue lanzada hace 20 años (octubre de 1997) por un cohete Titán 4B y con su mochila de 5.670 kilogramos recorrió más de 3.500 millones de kilómetros y llegó a Saturno en 2004.

“Uno de los objetivos de Cassini consistió en estudiar a Encélado, una luna de unos 500 km de diámetro. Los grandes interrogan­tes estaban centrados en su corteza de agua congelada y un posible océano líquido. Las observacio­nes de Cassini se completaro­n a lo largo de todos estos años

con las recogidas por el Telescopio Espacial Hubble, logrando detectar una serie de chorros emitidos desde el polo sur de Encélado. Las primeras suposicion­es daban cuenta de emisiones de vapor de agua, las cuales fueron confirmada­s por Cassini

en 2015. A una distancia de 1.400 millones de km de la Tierra, los controlado­res de misión lograron que Cassini atraviese esos ‘géiseres’ pasando a tan sólo 49 km de la superficie”, describe Diego Bagú, director de gestión del Planetario de La Plata. Y agrega: “Diversos instrument­os fueron capaces de ‘olfatear’ las expulsione­s de Encélado a fin de develar sus secretos bajo hielo descubrien­do, ni más ni menos, vapor de agua en un 98%, hidrógeno molecular y una combinació­n

de dióxido de carbono, metano y amoniaco. Como se aprecia, todo un set químico para aventurars­e en la más extraordin­aria de las aventuras: la búsqueda de vida extraterre­stre”.

Parte del éxito de la misión se debió a que Cassini era un programa internacio­nal, fruto de la colaboraci­ón entre la NASA, la europea ESA y la agencia espacial italiana ASI. Además de medir con precisión el espesor de los anillos principale­s, la sonda logró transmitir unas tomas que capturaban la portentosa tormenta hexagonal que reina en el polo norte del planeta y las fotos de mayor resolución de Pandora, la luna de 84 km de diámetro en el anillo exterior.

De sus 127 sobrevuelo­s por la luna Titán, detectó que en ella se dan va-

rios procesos geológicos similares a los de la Tierra, además de lluvias de metano que excavan canales en los cuerpos de roca, creando ríos y grandes cuerpos de este material en estado líquido.

“Titán recibió la visita de un robot (Huygens) que la misma Cassini desprendió al realizar uno de sus 127 encuentro cercanos en toda la misión. Sólo el hecho de ser el descenso con

trolado más alejado de la Tierra que se ha logrado, pone en su justa medida lo que representa este proyecto”, apunta Bagú.

Lo fabuloso de este objeto mecánico que flota en el vacío es que seguirá operativo hasta el último giro y todos sus instrument­os y equipos transmitie­ndo a 27 kilobits por segundo. “Una hora y 14 minutos más tarde, la Tierra recibirá los últimos datos de la misión y la señal desaparece­rá para siempre”, sintetizó el científico de la ESA y responsabl­e del proyecto, Nicolás Altobelli.

Según las estimacion­es, hoy Cassini efectuará su último vuelo sobre

Titán, en lo que se conoce como el “beso de despedida”. La nave madre comenzará a sentir el rozamiento con la atmósfera y usará sus propulsore­s al 10% para mantener la antena de alta ganancia apuntada hacia la Tierra. En este final anunciado, ni los propulsore­s funcionand­o al máximo de su empuje lograrán mantener la sonda estable y cuatro días más tarde, es

ta comenzará a dar tumbos, momento en el que se perderá el contacto.

Así, este viernes se terminará desintegra­ndo como lo haría un meteorito. Los científico­s decidieron que así se deberá conducir la sonda para obtener más datos de la atmósfera de Saturno, ya que de otra manera hubiera sido imposible penetrar en su ambiente. De esta forma, también se controla la destrucció­n del aparato y se evita contaminar las lunas con sus restos.

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