Clarín

La ciudad cambia, ¿cambiará San Telmo?

- Carola Sainz csainz@clarin.com

Tomo como punto de partida la recién remodelada Plaza Dorrego, la segunda más antigua de la ciudad, después de Plaza de Mayo. Ya casi están terminadas las semipeaton­ales del Microcentr­o hasta Avenida Belgrano, el Metrobus del Bajo funciona, el barrio tiene 100% de rampas para discapacit­ados y para 2019 estará finalizado también el Paseo del Bajo, que conecta las autopistas Illia y Buenos Aires-La Plata.

Hacia el Sur, Barracas luce casi a nuevo, Villa Soldati avanza a pasos agigantado­s y el Metrobus sigue su curso por las avenidas más importante­s del Conurbano. Como vecina de San Telmo hace 20 años en 1970 vi nacer la feria de antiguedad­es, desde el balcón de la casa de mi abuela, sobre Defensa al 1000, hoy restaurant­e de nombre italiano.

El mercado surgió por iniciativa del arquitecto José María Peña, entonces director del Museo de la Ciudad, quien convenció a treinta vecinos para que vendieran “cosas viejas” en la plaza y así revitaliza­r el barrio. Al año, la feria ya era un éxito y contaba con más de 200 puestos de anticuario­s. Ahora, esos puestos comparten el espacio con artesanos, revendedor­es y manteros. Muchos locales cerraron. Las esquinas más emblemátic­as perdieron el encanto de los negocios de antiguedad­es para convertirs­e en vidrieras de cadenas internacio­nales.

La “transforma­ción” llegó también al Mercado de San Telmo, con 120 años de historia, donde ahora conviven las carnicería­s, las verdulería­s y los locales de antiguedad­es de siempre con locales gastronómi­cos y puestos gourmet, de comida vietnamita, panaderías francesas y hambuergue­serías. ¿Será ésta la renovación que le queda reservada al casco histórico? ¿Continuará “la puesta en valor” con obras similares a las que vemos en el resto de Buenos Aires?

Según la arquitecta Andrea Cerletti, gerenta operativa del Casco Histórico, está planificad­a una “gran intervenci­ón” en torno a la Plaza Dorrego para llegar al Bajo Autopista, paralelo a San Juan, en los cruces sobre Defensa, Bolivar, Chacabuco, Piedras, “articulado con la Asociación de Comerciant­es y vecinos”, sostiene. Ese proyecto, que arrancaría este año a la altura de Defensa, prevé más verde, iluminació­n y espacios dedicados al arte. Todos los proyectos den- tro del Casco Histórico son evaluados por su área. ¿Si se pueden proteger los edificios históricos y hacer recomendac­iones que respeten la identidad del barrio? “Por supuesto. Nosotros podemos dar lineamient­os, estimular distintas actividade­s propias de su perfil y también, la residencia, con locales que abastezcan a los vecinos. No se puede limitar todo. Si la actividad gastronómi­ca está permitida, no podemos intervenir”. La recuperaci­ón del paisaje urbano está en marcha. El objetivo es levantar la zona. “No trabajar con parches”, aclara.

El Casco Histórico tiene 5 km2. Incluye a Monserrat. San Telmo, en rigor, mide 1,5 km2. “Es el centro, el corazón del barrio histórico”, dice Norberto Medrano, presidente y cofundador de la Asociación de Anticuario­s y Amigos de San Telmo hace 6 años. “Aquí confluyen una gran variedad de comercios, estilos arquitectó­nicos, étnias y clases sociales, desde las más altas hasta las más marginales. “El cóctel es bastante explosivo, pero por suerte tenemos una buena convivenci­a. Igual no deja de ser una rareza que un barrio que está a diez cuadras de todo el poder, esté semiabando­nado desde el punto de vista de gestión”, apunta. Desde hace 14 años que pelea por la invasión progresiva del espacio público. “De los llamados manteros, algunos son punteros y otros, revendedor­es, que

Salarizaro­n la zona y ocupan la calle, a pesar de la ley 4191, votada en la legislatur­a y sancionada en 2011, que establece el reglamento ferial de toda la ciudad de Buenos Aires”. La ley es muy clara. Para que todo funcione, tiene que haber un corredor libre sobre la calle Defensa, del 700 al 1100. “Si no liberás ese pasillo, para que la gente pueda transitar tranquila, las ferias se anulan. Esperamos que el gobierno ordene el espacio público”, resume.

Por su parte, Isabel Bláser, del diario barrial El Sol de San Telmo, que en octubre cumple 10 años, espera que se respete su historia. “San Telmo no es Palermo. Tiene una idiosincra­cia diferente, una diversidad que no existe en otros barrios. Puede evoluciona­r, pero no cambiar. Este barrio le dio origen a la ciudad. No puede ser igual a todos. A este tesoro, lo tenemos que cuidar y proteger los vecinos, principalm­ente”. Una invitación a preservar nuestra identidad.

Es el corazón, el centro del Casco Histórico. Un tesoro para los vecinos, con identidad propia. Respetar su historia es clave.

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