PASIONES ARGENTINAS
La rareza de un “funebrero” en plena nieve
De pronto, el esquiador aficionado interrumpe su ensueño visual con las cautivantes imágenes ofrecidas por la generosa naturaleza de La Hoya, en Esquel, con altas montañas nevadas, pelados árboles en tonalidad ocre, algún majestuoso y lejano cóndor surcando el cielo claro, y entonces comprueba que la pasión futbolera se puede hallar en cualquier geografía. Hasta en la más inesperada.
Mientras pretende concentrarse en los movimientos específicos y hacer equilibrio con los esquíes y los bastones, al llegar al segundo medio mecánico de elevación que lo transportará varios metros más arriba una gran bandera de Chacarita Juniors, clavada en la nieve, le da la bienvenida. Y lo hace olvidar la nieve y pensar en la pelota número cinco.
Futbolero hasta la médula, nada tarda en empezar el diálogo con el cordial empleado, dueño del emblema y responsable del funcionamiento de la ascendente soga con asiento.
“Seguro es de San Martín, el San Martín del Gran Buenos Aires, no el de los Andes, o zona cercana, y se mudó acá, a la Patagonia”, es el razonamiento más lógico.
Pero... no. Error. Alejandro nació y vivió en Esquel y jamás pisó Buenos Aires. Sin embargo, por esas cuestiones inexplicables del corazón de los hnchas eligió a Chacarita como el destinatario de su amor futbolero.
No sólo la bandera muestra su pasión: dentro de la casilla de control colgó un escudo del club. Y bajo el obligado grueso camperón viste una remera tricolor. Y hay más: luego del trabajo dirige un equipo de pibes en una liga infantil. ¿Hace falta contar que esos chicos juegan con la camiseta de Chacarita?