Clarín

Guiños para una mayor apertura de la economía en el encuentro con la colectivid­ad

Netanyahu se codeó con figuras judías de diferentes ámbitos. Y destacó la sintonía con el gobierno de Macri.

- Silvia Naishtat snaishtat@clarin.com

La primera señal a una comunidad que lo había esperado más de dos horas y lo recibió con aplausos bien sonoros, emoción al borde de lágrimas, de pie, con el celular listo para la foto, fue cuando Benjamín Netanyahu les dijo: “Voy a contarles un secreto, mi padre me aconsejó siempre que aprendiera el castellano para poder leer a Cervantes. No lo hice, pero les puedo asegurar que con el presidente Macri hablamos el mismo idioma económico”. Bibi, como lo llaman también en la Argentina al premier israelí, se ganó más aplausos al sos- tener que cuando Israel abrió su economía al mundo dejó atrás la crisis. Todo un mensaje a Macri con quien almuerza hoy. Bibi habló en hebreo.

Tampoco fue un dato menor de su discurso cuando soltó que Israel había recibido con los brazos abiertos a los 100.000 argentinos que viven allá, en lo que es otro fuerte registro de la relación “entre los pueblos y los dos países”, según se ocupó de remarcar.

Shalom y buenas noches, le había dado la bienvenida Ilan Sztulman, el embajador de Israel, al hablar en el salón más amplio del hotel Alvear. Netanyahu llegó con su esposa Sarah y en cuanto reconoció en la primera fila a David Sutton, dueño del cinco estrellas, se estrechó en un abrazo.

El presidente de la AMIA, Agustín Zbar, resaltó que la Argentina es la quinta comunidad judía más importante del mundo. “Soy nieto de un inmigrante polaco que llegó sin conocer el idioma y sin un peso pero que salió adelante sin ayuda”, señaló para elogiar a Netanyahu en su rol de líder

global. “Usted es el jefe de un país moderno, gigante en sus estándares, con un sistema de leyes estrictas que se aplican incluso frente a un enemigo

atávico y sangriento”, dijo. Zbar rindió homenaje a Alberto Nisman y agradeció a Israel por “ayudarnos a que la acusación contra la República de Irán por los atentados terrorista­s de la AMIA y la Embajada se mantengan en el tiempo”. De paso, se dirigió a la Casa Rosada cuando soltó: “Argentina e Israel están hoy

más cerca que nunca, pero le pedimos al Gobierno que se atreva un poco más”. Adrián Werthein, presidente del Congreso Judío Latinoamer­icano, su hermano Daniel y el sobri- no Darío, remarcaban la importanci­a histórica de la visita. El grupo que lleva ese apellido ya embarcó varios containers con carne a Tel Aviv.

El rabino Abraham Skorka, amigo del Papa, fue uno de los más saludados. Jorge Telerman y los economista­s Bernardo Kosacoff, Mario Blejer y Roberto Dvoskin escuchaban el relato del diputado Waldo Wolff acerca de su cruce tuitero con Luis D’Elia. Y el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, hablaba de los archivos que Argentina compartirá con Israel sobre la época del Holocausto.

El ministro Sergio Bergman se esmeró en ser reconocido por el premier y lo logró. Guillermo Yanco, es- poso de la ministra Patricia Bullrich, explicaba sin dar detalles: “Ella está

dando pelea”, en obvia alusión al caso de Santiago Maldonado. Hubo varios empresario­s como Pablo Tenenbaum (dueño de Biferdil), Sergio Kuchevasky, Mónica Kravetz, de laboratori­os Bernabo, León Halac y Saúl Rozenstein, que conversaba­n con la consultora Marisa Koifman, Cecilia Glazman y la joyera Claudia Stad.

Pero la mayoría eran dirigentes comunitari­os, alumnos y rabinos. Uno de ellos recurrió a la palabra hebrea

“tajles”, que significa práctico y define a la persona que va al grano, para sintetizar la “buena química” entre Netanyahu y Macri.

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En Cancillerí­a. Empresario­s argentinos e israelíes suscriben un memorándum de entendimie­nto comercial.

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