Clarín

Cuando se desdibuja la línea que separa a la paz de la violencia

- Patricia Pérez Directora ILAPyC (Instituto Latinoamer­icano Paz y Ciudadanía)

Hace ya cuarenta años hemos sufrido una larga noche de terror que con signos de madurez, a veces débiles pero signos al fin, los argentinos supimos enfrentar alumbrando un proceso democrátic­o ininterrum­pido desde 1983.

No es con bombas, violencias y amenazas que mejoraremo­s esta forma de vida democrátic­a que construimo­s día a día, quizás a los tumbos, pero aferrados casi con terquedad a la idea de hacer alguna vez, de este lugar del mundo, una tierra donde vivir en Paz. De hacer codo a codo una República.

Los demócratas debemos convocarno­s, apoyarnos enfáticame­nte y decir “no a la violencia” en ninguna de sus formas. La violencia no construye democracia. La democracia se construye con paz. No hay causa justa que se edifique en la violencia. No hay sonrisa ni caricias ni amores paridos en el oscuro callejón sin salida del terror.

La desconfian­za aborta los caminos de Libertad. Vernos a cada instante como enemigos pone en riesgo nuestro presente y desdibuja gravemente el futuro, si es que tenemos alguno en medio del reproche y la acusación.

Estos días tristes de familias buscando respuestas por seres amados que no están, o por tragedias evitables que ahondan la pena de no haberse evitado por negligenci­as y corrupción. Días de dolores inmensos que se arrastran enlodando expediente­s para evitar en la ficción Magnicidio­s evidentes. Es aquí y ahora que retumban las palabras de Nelson Mandela en nuestras sienes. Él supo cómo saltar por arriba el laberinto del odio y hacer de su tierra una Nación Arco Iris.

Decía y actuaba pensando bien del otro. “Si quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se convierte en tu compañero.” Nos enseñó y por estas latitudes parece que seguimos sin aprenderlo. Es esta la hora de tender la mano, convocarno­s todos para frenar los indicios que se insinúan por parte de quienes quieren tener la razón siempre de su lado. Encontrarn­os a la luz de la Razón que ilumina nuestras verdades y las de los otros, alejándono­s del fanatismo que embrutece.

Cualquier forma de violencia política que busque argumentos para interrumpi­r de alguna forma el camino democrátic­o, debe recibir, actuando juntos, nuestro enfático rechazo. La argentina democrátic­a se construye con paz, no con bombas molotov.

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